Las leyes y su cumplimiento
¬ Augusto Corro lunes 3, Oct 2011Punto por punto
Augusto Corro
Más de un ciudadano fue invadido por la ira cuando supo que en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), los ministros votaron contra el aborto. ¿Había necesidad de golpear al pobre hígado con el enojo derivado de una actitud de los representantes de la justicia? No. Se tiene muy sabido y conocido que en el Olimpo de la justicia como en el cualquier juzgado del fuero común, los intereses políticos, económicos o mezquinos, predominan, mandan y hay que morirse en la raya para defenderlos.
Como se informó oportunamente, “ministros de la Corte mencionada apoyados en las innumerables lagunas jurídicas y sostenidas por intereses políticos y religiosos, golpearon los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres al mantener vigentes la legislaciones antiaborto en Baja California y San Luis Potosí”. (Milenio 1 de octubre de 2011).
Ética, doctrina y principios ¿con que se comen? están proscritos. En el presente, todo México, con sus respectivas excepciones, pugnamos, incansablemente, por seguir en los primeros lugares de los países más corruptos del mundo. Para estar en esos sitios nada honrosos se cuenta con el apoyo de quienes formamos parte de la gran sociedad, pero que no cumplimos con los ordenamientos legales. Es decir, cumplimos con las leyes si nos viene en gana.
¿Qué tanto nos importa que la mayoría de los integrantes de ese tribunal superior, esta vez se erigieron como adversarios jurados de aquellas infortunadas que abortan? En lo personal, poco o nada me interesa, porque me queda claro que quien debe decidir qué hacer con su cuerpo es la propia interesada, es decir la mujer. Lo demás, no tiene sentido discutirlo. Hacerlo, es caer en el juego de las prácticas políticas de unos, de los ambiciosos que sin recato alguno buscan votos sin importarles su origen y costo: o de los otros que intentan refundar su fundamentalismo religioso: Ni hablar.
Los casos de interrupción del embarazo siempre han existido por causas ajenas o inducidas. Nada ni nadie las frenará, por lo menos eso ocurre actualmente. ¿O no?
DE LOS CASINOS
También nos negamos a respetar toda clase de leyes. Por ejemplo, el incendio del Casino Royale de Monterrey, en el que murieron 52 personas, destapó la caja de los escándalos, de la que emergió la corrupción que realizan políticos y hampones en su función de protectores y protegidos en el más puro abuso del poder.
Se evidenció que los funcionarios panistas, en sus diferentes jerarquías, se involucraron en la repartición de permisos para las instalaciones de las casas del juego. Quizás, la “generosidad” de Santiago Creel, en materia de repartición de permisos para abrir casinos, sea determinante para sacarlo de la jugada como candidato a la Presidencia de la República en el 2012. Así pues, en el caso de los casinos y su funcionamiento, propios y extraños se pasaron la ley por el arco del triunfo.
Ahora, una legisladora, fuera de tiempo, busca la cancelación de los permisos para las casas de juego, y en Monterrey, los hermanos Larrazábal (Fernando presidente municipal y Jonás el comerciante de quesillo oaxaqueño), con cinismo suficiente, se burlan de la justicia, por el momento. Sobre el mismo tema, son continuas las noticias de políticos y hampones que, en contubernio, se dedican a la protección e instalación de casinos. Basta con revisar qué ocurre en Guanajuato.
DE LA GUERRA CONTRA LA NARCODELINCUENCIA
Por otra parte, todos aquellos involucrados en el crimen organizado son los primeros en pisotear las leyes. También lo hacen aquellos que se encuentran del lado de las autoridades y de la fuerza pública. Desde luego, son los delincuentes quienes más empeñados se encuentren en reírse de los ordenamientos jurídicos, pues, extorsionan, secuestran, levantan, asesinan, decapitan, disuelven cadáveres en ácido o realizan inhumaciones clandestinas. Dedicados al trasiego de la droga, los caminos para llegar a los Estados Unidos los han conseguido a través de miles de muertos en sus luchas sangrientas entre cárteles.
Para no ir tan lejos, en el comercio ambulante encontramos faltas a la legalidad. Empujados por la pobreza o la falta de empleo, millones de personas se dedican al comercio informal y a la piratería. Esta última práctica es realizada muy intensamente, sin que las autoridades hayan podido erradicarla o por lo menos controlarla. Otro testimonio más de que las leyes son violadas en todos los órdenes, aparece en las cárceles de todo México, donde se encuentra gente inocente acusada de delitos que nunca cometió. Aquí, en este problema ancestral, las organizaciones de los derechos humanos se encuentran en deuda con la sociedad, como en otros renglones, donde las víctimas pertenecen a esos sectores sociales golpeados por las carencias económicas.
De ahí, que las leyes y su incumplimiento, nuestro tema central, nos lleve a pensar que la actitud de los ministros de la SCJN sea tan banal, insulsa y obvia. Pregúntele a alguien sobre la actuación de los ministros antiabortistas, y le contestará que no sabe de qué va el asunto, que no le interesa, o que se trata de una maniobra de tipo electoral o de interés religioso. Quedó a la vista de México la injerencia de la Iglesia católica, como lo declaró el obispo de Mexicali, Isidro Guerrero Macías, quien, desconocedor del laicismo, se vanaglorió de la influyente participación del papa Benedicto XVI en el debate de las leyes sobre el aborto para Baja California.
En fin, estamos llenos de leyes que nadie respeta; pero me agrada más que sean las mujeres quienes se nieguen a cumplir ordenamientos legales propios de la Edad Media, que atentan contra la dignidad de la persona y sus derechos. En la actualidad la cúpula clerical y gobierno conservador viven, mentalmente, en el Medievo.