Pese al optimismo oficial, no hay mucho que festejar en aniversario de la expropiación petrolera
Miguel Ángel Rivera, Opinión miércoles 19, Mar 2025CLASE POLITICA Miguel Ángel Rivera
En verdad existe un deseo generalizado de compartir los buenos deseos de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y del director general de Petróleos Mexicanos (Pemex) acerca de la evolución de esa empresa estatal que tanto presumen los miembros y simpatizantes de la llamada Cuarta Transformación haber rescatado para ser propiedad de todos los mexicanos.
En ese espíritu casi festivo sólo falta que a la petrolera “que es de todos nosotros” se le agregue el casi milagroso calificativo de “Bienestar”, pero no se ha podido porque basta una ligera revisión de archivos y expedientes de los medios de comunicación y de las empresas especializadas para encontrar que esa estatal está considerada como la empresa petrolera más endeudada del mundo y que, cada año, el gobierno tiene que ir en su rescate con enormes cantidades de dinero.
Por ejemplo, el presupuesto federal para el presente año prevé el traslado de recursos a la petrolera por más de 135 mil millones de pesos.
Para ponerlo en términos comparativos, lo destinado por el gobierno de la llamada Cuarta Transformación durante el presente año para Pemex y su hermana ,también propiedad de todos los mexicanos, la CFE, representan el 82.4% del presupuesto de IMSS-Bienestar, el 100% de los programas de becas Benito Juárez y tres veces el presupuesto de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
En ese Presupuesto de Egresos 2025, las transferencias para el sector energético equiparan el gasto previsto para salud, educación y medio ambiente, advirtió el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
No obstante, la celebración del 87 aniversario de la expropiación petrolera -uno de los grandes acontecimientos de la historia nacional- dejó un sabor agridulce, pues a pesar de relativos avances destinados por la primera mandataria y por el titular de Pemex, todavía está muy lejos la posibilidad de alcanzar el equilibrio financiero, ya no se diga la eventualidad de obtener alguna utilidad o de lograr una reducción de precios al consumidor.
El dulce estuvo a cargo de la presidenta Sheinbaum, quien soltó una grandilocuente expresión: Pemex y CFE, afirmó, “se recuperan verticalmente en beneficio de los mexicanos”.
Como lo puso en práctica su caudillo, el ex presidente Andrés Manuel López Obrador, la jefa del Ejecutivo federal aprovechó para responsabilizar de todo lo malo a los anteriores gobiernos, para luego destacar supuestos avances durante los gobiernos de la 4T:
“Lo que se hizo en 1992, de separar a Pemex con el objetivo de privatizarlo, hoy comienza su integración para fortalecer su rendimiento como empresa del pueblo de México”, dijo Sheinbaum para luego anunciar que, como homenaje al General Lázaro Cárdenas, firmará un decreto para publicar en el Diario Oficial de la Federación (DOF) iniciativas asociadas a la recuperación de Pemex y CFE.
“En 2018, el pueblo de México logró cambiar el destino del país, la empresa se desendeudó y al mismo tiempo inició el aumento de su producción y recuperación de su capacidad para refinar”, agregó Sheinbaum Pardo a pesar de las grandes cantidades de capital que su gobierno tiene que destinar a Pemex (y también a la CFE) para mantenerlas a flote.
Por cierto, lo de la privatización de parte de los procesos para aprovechar los recursos petrolíferos, es todavía parte del procedimiento para tratar de rescatar a Pemex hasta colocar sus finanzas en números negros.
Sheinbaum reveló que está en proceso un acuerdo con el Grupo Carso, el consorcio encabezado por el hombre más rico del país, Carlos Slim Helú, para la explotación de campos petrolíferos.
“Si hay la posibilidad de un contrato mixto, lo tiene que autorizar el Consejo de Administración tiene que considerar en primer lugar el pago del derecho para el Bienestar de Petróleo, que es el 30 por ciento, tiene que considerar los gastos de operación y después lo que queda se divide entre la ganancia privado y la ganancia de Pemex”, comentó la mandataria en su conferencia mañanera de ayer.
Eso sí, advirtió que la participación de la iniciativa privada en el sector está regulada en las leyes secundarias de la reforma energética, recientemente aprobadas, a toda prisa, por las mayorías oficialistas en las dos cámaras del Congreso de la Unión.
El optimismo de la mandataria fue compartido por el director de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, quien en la ceremonia de aniversario de la expropiación petrolera, afirmó: “con orgullo y responsabilidad podemos afirmar que Pemex está en la ruta correcta, consolidando un futuro de soberanía y bienestar para el pueblo de México.
“Cada barril de petróleo extraído, cada gota de gasolina producida y cada esfuerzo realizado dentro de esta noble empresa están dirigidos al bienestar de las familias mexicanas. Nuestro compromiso es inquebrantable, fortalecer a la empresa petrolera del pueblo de México, asegurar su viabilidad a corto y largo plazo y consolidar su papel como motor del desarrollo nacional”, agregó el funcionario, quien tampoco desperdició la oportunidad de culpar a los gobiernos del pasado.
Sostuvo que los intereses económicos dentro y fuera del país buscaron “despojar al pueblo de México de riqueza”, por lo que en los “años negros del neoliberalismo, gobiernos apátridas y sumisos promovieron reformas para privatizar las actividades petroleras al mismo tiempo que sometieron Pemex a una política de saqueo y de debilitamiento operativo y financiero”.
Por supuesto, a cambio, grandes elogios para el caudillo de la llamada Cuarta Transformación.
“En 2018 -dijo Rodríguez Padilla- el pueblo de México dijo “basta” y comenzó la reconstrucción nacional. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador revivió los ideales de la expropiación petrolera, instauró una política de autosuficiencia, soberanía y seguridad energética, restauró la rectoría del Estado y emprendió el rescate de Petróleos Mexicanos.
“Hoy, en esta nueva etapa, durante el segundo piso de la transformación, redoblamos esfuerzos en esta tarea patriótica y visionaria”, agregó el titular de Pemex, aunque sus mismos datos no sostienen el optimismo.
Apenas el reciente 27 de febrero Pemex dio a conocer sus resultados operativos y financieros preliminares al cuarto trimestre de 2024, en los cuales se revela que durante 2024 “las ventas totales disminuyeron 2.6% respecto a las registradas en el 2023, y el costo de ventas creció 4.4%; sin embargo, se obtuvo un rendimiento bruto de 182 mil millones de pesos, lo que refleja que el resultado de nuestra operación sustantiva es positivo.
“La mayor parte de nuestra deuda está contratada en dólares. Cuando el tipo de cambio aumenta de un periodo a otro, el mismo monto de la deuda en dólares vale más que en pesos, afectando nuestros resultados, toda vez que reportamos en pesos. Lo contrario sucede cuando el tipo de cambio disminuye. Estas variaciones en el valor de la deuda en pesos de un periodo a otro se registran en los resultados como pérdidas cambiarias contables cuando el tipo de cambio aumenta, y como utilidades cambiarias contables cuando el tipo de cambio disminuye.
“Durante el 2024, el tipo de cambio del peso frente al dólar sufrió un incremento de 19.8%. Como consecuencia, el valor de nuestra deuda, expresado en pesos, aumentó respecto al cierre de 2023, lo cual implicó que en el 2024 la variación cambiaria disminuyera en 543 mil millones de pesos respecto a la utilidad cambiaria observada en 2023”, dijo Rodríguez Padilla, quien así restó valor a lo presumido por López Obrador acerca del “súper peso”.
Por cierto, de pasada mencionó que la obra emblemática de López Obrador, la Refinería Olmeca, más conocida como Dos Bocas, ya está en producción. Esto a pesar de que expertos externos dicen que esa planta cuyo costo es tres veces superior a lo proyectado inicialmente todavía no está en pleno funcionamiento y todavía falta tiempo para concretarlo.
Lo que parece más recomendable es lo que propone el mencionado Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), que se haga una revisión exhaustiva de las prioridades presupuestarias para garantizar una distribución más equitativa y eficiente de los recursos públicos, equilibrando el desarrollo energético sin descuidar el bienestar de la población, garantizando el acceso a servicios de calidad.