Cambios y recambios
Ramón Zurita Sahagún lunes 12, Sep 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Los recientes cambios realizados dentro de la estructura del gobierno federal mostraron de nueva cuenta el voluntarismo presidencial para efectuarlos y la prioridad de los servidores públicos para satisfacer sus ambiciones personales, por encima de las que aseguran tener, que son las de su amor al país.
Es cierto que es una facultad presidencial, consagrada en la Constitución, el que el Ejecutivo realice los cambios que considere necesarios y que ajuste su gabinete a placer, pero también lo es que los abusos en ese renglón son constantes.
Nada cambió entre los gobiernos encabezados por los priístas y los de los panistas, toda vez que unos y otros actúan de acuerdo a su humor y designan en los cargos públicos a quienes son de su círculo cercano, muestran docilidad o se sujetan a sus designios.
Si tienen o no capacidad para ejercer los cargos en que son designados, son cuestiones secundarias que en nada afectan la voluntad presidencial, total habrá tiempo para sustituirlos nuevamente por otros que cuenten con los mismos requisitos que los anteriores.
Se sabía con mucha antelación que el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero Arroyo, renunciaría a su cargo, para inscribirse en la carrera presidencial, sin importar que encima tenía la responsabilidad del Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos del año próximo.
Los tiempos apremiaban y con todo y ello se le dejó diseñar el documento, entregarlo a los diputados, aunque ya no pudo presentarlo y defenderlo, porque corría el riesgo de quedar en desventaja ante sus adversarios internos que buscan la candidatura presidencial de su partido.
Cordero Arroyo traía una doble cachucha puesta, la de secretario de Hacienda y la de prospecto presidencial. A una dedicaba los cinco días laborables de la semana y a la otra los dos restantes, que son de asueto, aunque entre uno y otro combinaba las actividades.
Sin embargo, no podía renunciar, ya que la elaboración del presupuesto era prioridad, pero no porque era parte de su responsabilidad como secretario de Hacienda, sino por los buenos resultados que le podía arrojar esa acción.
En ese trance, jamás sufrió presión de algún tipo, si acaso sus dos principales rivales por la candidatura presidencial, Josefina Vázquez Mota y Santiago Creel Miranda, lo urgían para que renunciara y dedicara su tiempo a la batalla interna.
Pero la renuncia de Cordero Arroyo no fue la única presentada la semana pasada por un miembro del gabinete que busca la satisfacción de sus metas personales, ya que el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, hizo lo propio, aunque sus ambiciones son menores, ya que su búsqueda es la candidatura panista al gobierno de Guanajuato.
Como la de Cordero, la de Córdova era una renuncia anunciada, aunque en su caso le adelantaron los tiempos en 15 días.
Los personajes nombrados en sus lugares conocen las áreas a las que fueron asignadas, ya que estuvieron relacionados con los temas durante un buen tiempo.
José Antonio Meade Kuribreña, en Hacienda, y Salomón Chertorivski Woldenberg se encuentran empapados, ya que el primero fungió como subsecretario de Hacienda y el segundo encargado del Seguro Popular.
La salida de Meade Kuribreña de la Secretaría de Energía motivó otro ajuste y la llegada de Jordy Herrera Flores a la Sener, quien se encontraba en el área de Pemex Gas y Petroquímica Básica.
Esos cambios dieron la oportunidad de realizar otros ajustes en áreas diferentes, pero de importancia vital como son el Cisen y la vocería de Seguridad.
Guillermo Valdés dejó el Cisen y se nombró en el cargo a Alejandro Poiré, quien había perdido total credibilidad como el vocero para asuntos de seguridad y con todo y ello se le designa en un área sumamente sensible, la seguridad interna, aunque en los últimos años ha sido totalmente relegado ese centro de inteligencia, considerado como simples escuchas y espías.
Para sustituir a Poiré se llevó al cargo de vocero a la hasta entonces vocera presidencial, Alejandra Sota, quien cumplirá con tareas que supuestamente conoce.
L a experiencia de Sota como vocera presidencial no fue nada satisfactoria, por lo que la tarea a cumplir ahora es un duro reto, donde sus argumentos deberán ser convincentes para garantizar credibilidad sobre las acciones del gobierno en ese terreno que es uno de los más sensibles en la actualidad.
Esos cambios realizados el viernes de la semana pasada y los nombramientos que quedaron pendientes de efectuar, dejan en claro que los cambios y recambios dentro de la estructura del gobierno federal tienden a garantizar que los cercanos al círculo presidencial, jamás quedarán fuera del presupuesto y que esos ajustes siempre tienden a dejar satisfechos a los miembros del partido en el poder, sin importar las siglas o la ideología de éste.
Felipe Calderón Hinojosa ha sido un Presidente proclive a los cambios, ajuste y reacomodos de quienes forman parte de su equipo.
La Secretaría de Gobernación es la reina de ellos con cuatro secretarios en lo que va del sexenio (uno obligado por las circunstancias). Por ahí desfilaron en esta administración Francisco Ramírez Acuña, Juan Camilo Mouriño (fallecido en ejercicio del cargo), Fernando Gómez Mont y José Francisco Blake.
En estos ajustes se contempla que José Antonio Meade es el tercer secretario de Hacienda, ya que inició Agustín Carstens, siguió Ernesto Cordero y ahora él. Igual sucede en Energía, donde Georgina Kessel le cedió el paso a Meade y éste a su vez a Jordy Herrera.
La vocería presidencial también registra tres nombramientos y así hay otras áreas del gabinete donde los cambios se efectúan al ritmo que quiere el Ejecutivo, aunque los resultados no sean satisfactorios para nadie.