Mano a mano, CSG-FCH
Francisco Rodríguez lunes 12, Sep 2011Índice político
Francisco Rodríguez
El ex presidente Salinas de Gortari se hizo presente en Monterrey la semana anterior. Fue a meter al orden al mandatario estatal, a quien asesora: “Mañana te voy a dar mi respaldo públicamente -habría dicho, mutatis mutandi, el ex ocupante de Los Pinos a Rodrigo Medina-, pero hoy mismo se va tu papá del país”.
Y sí. Desde la mañana del jueves 8 de septiembre Humberto Medina Ainslie o ya estaba volando rumbo a Canadá, mandado por su propio hijo, desde siempre acostumbrado no sólo a que su progenitor le hiciera la tarea, si no le manejara los negocios de la también fallida administración estatal.
Rodrigo Medina ahora tiene a Carlos Salinas de Gortari, a quien podría multiplicársele la tarea si empieza a atender las carencias de otros gobernadores.
Y a todo ello, ¿qué gana CSG?
¿Por qué involucrarse? ¿para proteger las piezas del ajedrez político? ¿Sólo porque Calderón lo ha puesto en jaque?
Pues sí. Porque, desatada la sucesión del 2012, el ocupante de Los Pinos ya ha echado a andar la maquinaria de la guerra sucia, que tan buenos resultados le brindó en el 2006, no obstante que hasta hoy son pésimos, funestos, para la casi totalidad de la sociedad mexicana.
La historia de esta reaparición salinesca inició el lunes 29 de agosto cuando, a bordo de tres jets privados, arribaron al aeropuerto de Toluca los llamados “Diez de Monterrey”, aunque en realidad esta ocasión fueran once: Adrián Sada González, VITRO; Armando Garza Sada, ALFA; Eduardo Garza, FRISA; Enrique Zambrano Benítez, PROEZA; Eugenio Garza Herrera, XIGNUX; Federico Toussaint Elosúa, LAMOSA; Francisco Garza Zambrano, CEMEX; José Antonio Fernández, FEMSA; Lorenzo Zambrano, CEMEX; Ricardo Martín Bringas, SORIANA y Tomás González Sada, CYDSA.
Concurrirían a una comida en Los Pinos, con su actual ocupante, quien estuvo acompañado de: Blake, la señora Morales, Ruiz Mateos, y el recién ascendido Poiré.
Pero antes de enfilar sus lujosos autos y camionetas a la ciudad de México, los 11 invitados se reunieron en el salón de uno de los hangares privados de la terminal aérea toluqueña. Y ahí hablaron, discutieron, se pusieron de acuerdo.
El más acelerado era, en ese momento, José Antonio Fernández, primer productor de cervezas en el país. Lanzaba llamas contra Medina, el padre de éste y su parentela. Iba por la cabeza de quien aún no completa dos años en Nuevo León. Mesurado cómo de suyo siempre es, Lorenzo Zambrano lo tranquilizó: “no conviene”, “otras elecciones”, “llegada otro partido”… fueron algunas de las frases que el cementero empleó para aminar la furia del también principal embotellador de cocacolas en el país.
Ya en Los Pinos, mientras comían, Calderón habló no del incendio del Casino Royale. No de la delincuencia. Echó pestes contra Medina. Señaló que es el peor evaluado de los gobernadores “más que el de Tabasco”, pues mientras Granier tiene 70% de rechazo, el de NL supera el 87%.
Y tras la reunión, en la que quedaron claros los motivos de la invitación, no faltó quien fuera con Salinas a darle la versión de lo sucedido. Por eso, llegó a Monterrey.
A un mano a mano con Felipe Calderón, que rememora mucho a aquél otro que ya mantuvo -Roberto Madrazo- con Ernesto Zedillo.
Por lo pronto, un salinista -y anticalderonista-, Diego Fernández de Cevallos, ya entró al quite. Aconsejó al alcalde regiomontano Larrazábal que no pida licencia. Que mande al diablo al PAN.
¡Cierren las puertas, señores!
¿Quién va gallo? ¿Quién gallina?