Crece la incertidumbre de la población migrante en EU
* Destacadas viernes 3, Ene 2025
Este 2025 será el año de las deportaciones en Estados Unidos si el presidente electo Donald Trump cumple sus amenazas antimigrantes, cuya propuesta central es llevar a cabo la mayor operación de expulsión de extranjeros en la historia del país. Oficialmente, hay 11 millones de indocumentados en Estados Unidos, pero Trump ha hablado de hasta 25 millones, aunque nunca ha dicho claramente cuántos se plantea deportar. En esa nube de incertidumbres, donde también está la política exterior o el manejo de la economía, el compromiso migratorio flota ominosamente como una de las pocas certezas en el retorno del republicano al poder.
Más allá del número final de deportados, Trump va en serio. Ya en su primer mandato avanzó la cruel y controversial política de separación de familias en la frontera como disuasión a la migración irregular y, aunque en números absolutos deportó a menos personas que Barack Obama y Joe Biden antes y después de él, lo hizo de manera indiscriminada. Desde entonces, además, su discurso migratorio se ha centrado menos en “cerrar la frontera” —su famoso muro dejó de ser el eslogan de campaña— y más en la expulsión de personas indocumentadas que ya están en el país. Dada su victoria electoral, está claro que es un mensaje que la población apoya: más de la mitad de la población del país está de acuerdo con las deportaciones masivas, según una encuesta reciente.
Nombramientos refuerzan la idea de mano dura
Sus nombramientos en materia migratoria también apuntan a que en su segundo periodo al frente de la nación pretende apretar todavía más la mano dura y, crucialmente, aprender de los tropiezos. Thomas Homan, que llevará el título de “zar de la frontera” cuando Trump tome el poder oficialmente el 20 de enero, estuvo al frente del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) y fue precisamente quien impulsó la política de separación de niños de sus padres. Estará, según el presidente electo, a cargo de “todas las deportaciones de extranjeros ilegales” y ya ha dado algunas pistas de lecciones aprendidas que pretende aplicar.
Dado que el paso atrás después de la indignación generalizada que generaron las separaciones fue una de las únicas veces que Trump se retractó en su primer mandato, Homan ha dicho que hay una forma sencilla de evitar la crueldad que supone separar familias: deportarlas enteras, con el prospecto implícito de expulsar, por lo tanto, también a ciudadanos estadounidenses
El regreso de Stephen Miller al gabinete de Trump es también una declaración inequívoca de intenciones. Como jefe adjunto, un cargo que como el de Homan no requiere confirmación del Senado, se espera que estará encargado especialmente de la política migratoria. Reconocido por su violenta y extrema retórica en contra de los inmigrantes, ha dejado claro que no se detendrá en nada para avanzar en los planes de deportaciones masivas. No descarta, por ejemplo, declarar una emergencia sanitaria alegando que los migrantes son “una amenaza para la salud pública”. “Trump desatará el vasto arsenal de poderes federales para aplicar la represión migratoria más espectacular”, ha dicho, sin morderse la lengua.
No se conocen aún a ciencia cierta detalles de ese “vasto arsenal”, pero las declaraciones de Homan, Miller y el propio Trump, entre otros, pueblan un tablero lleno de pistas. Para empezar, el gobierno federal debe localizar a los migrantes indocumentados. Y a este fin, dicen, habrá redadas en colegios, iglesias o lugares de trabajo, algo no permitido por ley actualmente.
Preparativos de la sociedad civil
El proceso será largo y está repleto de posibles trabas en el camino. Internamente, las ciudades santuario -urbes que de acuerdo a normativas locales no colaboran en materia migratoria con el gobierno federal- y varios Estados gobernados por demócratas, liderados por California, Illinois y Colorado, han prometido ser bastiones de resistencia frente a los planes de deportación masiva. De la misma manera, la sociedad civil, desde las organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes hasta universidades, se están preparando para desafiar legalmente cada paso del proceso.
Pero la esperanza es limitada. Trump ostentará poder absoluto en las tres ramas por lo menos en los dos primeros años de su segunda presidencia, antes de las elecciones de medio mandato. El Partido Republicano tiene mayorías en ambas cámaras del Congreso, y aunque hay potencial de disenso entre sus filas que puede descarrilar la aprobación de cierta legislación, en particular en lo que tiene que ver con los presupuestos, en materia migratoria hay consenso total, por lo que es probable que pasen rápidamente medidas al respecto.
Por otro lado, la colaboración de Nueva York que el alcalde Eric Adams ha anunciado es un revés simbólico importante en la potencia de la resistencia a la deportación desde donde la antorcha de la Estatua de la Libertad recibe desde hace más de un siglo a los “rendidos”, los “pobres” y a las “masas amontonadas”. La mayor autoridad de la ciudad que, por mucho, más migrantes ha recibido durante la masiva ola migratoria de los últimos años —según los cálculos del New York Times, la más grande de la historia del país—, planea desactivar la ley de amparo que la obliga a dar refugio a las personas que llegan a sus puertas y así facilitar su expulsión del país.