Toronto-Winnipeg, bosques y lagos junto al tren
¬ José Antonio López Sosa miércoles 7, Sep 2011Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Saskatton, Canadá.- Como bien narrábamos ayer, salimos de Toronto por la noche en el ferrocarril de pasajeros Via Rail, “The Canadian” que cruza de costa a costa Canadá. La primer noche muchos pasajeros pensamos que resultaría difícil dormir sin radio, sin televisión, sin internet, en una cabina con una ventana hacia un campo oscuro y lleno de estrellas. Resultó todo lo contrario, la comodidad es impresionante.
Poco después de las 5 y media de la mañana un destello de luz comenzó a asomarse en el horizonte, entre colinas boscosas el sol comenzó a iluminar el cielo, me parece que junto con el amanecer desde el transbordador de llegada a La Paz, BCS, este ha sido uno de los amaneceres más espectaculares que he visto.
Bosques, ríos y lagos rodean por horas la vía del ferrocarril, no hay lugar para el aburrimiento, nos sorprende como se pueden ir las horas literalmente sin que uno lo note, ya sea recostado en la comodidad de la cabina o bien, en el carro-domo sentado simplemente dejando pasar la naturaleza frente a nuestros ojos.
A las 6 de la mañana arribamos a Capreol, Ontario, a 444 kilómetros de Toronto. Pudimos bajar por unos minutos y contemplar un pequeño pueblo canadiense al amanecer.
El desayuno estaba listo en el carro comedor. Café, jugo de naranja y unos deliciosos hot cakes con jarabe de maple canadiense fueron nuestra elección, así partimos rumbo al norte de los grandes lagos para cruzar la provincia de Ontario rumbo a Manitoba.
La mañana transcurrió con paisajes espectaculares, el verano de América del Norte en su máximo esplendor.
Alrededor de las 2 y media de la tarde llegamos a Hornepayne, Ontario, un pequeño pueblo donde por 25 minutos pudimos bajar y recorrer las calles aledañas a la estación del tren. Un par de niñas de unos 9 años vendían arándanos silvestres, 2 dólares el vasito (con poco más de medio kilogramo). De nuevo el tren partió casi a las 3 de la tarde y seguimos por las colinas canadienses, viendo lagos cristalinos, venados, águilas, peces y aves de todo tipo en el cielo y el agua. La comida y la cena fueron de primera, el cheff se ocupa personalmente de cada plato que se sirve a los comensales, no hay un solo detalle que observar al servicio y a los alimentos.
Por la tarde algunos pasajeros decidieron leer, otros armar jugar ajedrez o armar rompecabezas. Nosotros optamos por observar al horizonte, no perder ni un momento de la contemplación de una naturaleza vasta, en kilómetros no veíamos población alguna, tan solo la vía del tren que irrumpió hace más de un siglo en los bosques canadienses, es el único elemento hecho por el hombre que cruza por la intimidad de la naturaleza de forma respetuosa y casi imperceptible. Así “The Canadian” se adentro de nuevo en la oscuridad de la noche y el brillo de las estrellas.
En la madrugada entramos a la provincia de Manitoba, después de recorrer poco más de mil 700 kilómetros desde Toronto. La mañana nos aguardaba la llegada a una de las ciudades más pintorescas de Canadá: Winnipeg…
(Continuará)
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