Sangre y luto
¬ Augusto Corro lunes 29, Ago 2011Punto por punto
Augusto Corro
Cincuenta y dos personas perecieron y diez más resultaron lesionadas en el incendio del Casino Royale de Monterrey, Nuevo León. Con este hecho violento se reconfirmó que el terrorismo se encuentra instalado en México. Ahora toca a las autoridades replantear su estrategia contra el crimen organizado que quiérase o no, parece invencible. A raíz de este bárbaro acontecimiento, surgieron infinidad de preguntas sobe el actuar errático de todos aquellos que dicen combatir a la delincuencia en todas sus formas.
La tragedia en el casino mencionado estaba anunciada. Formaba parte de esa escalada de violencia que llegó a la capital regiomontana y a todo el estado de Nuevo León, hace varios años. La problemática se agudizó en los últimos meses: balaceras, bloqueos del tráfico de vehículos, secuestros, levantamientos, asesinatos, ejecuciones y decapitaciones, así como toda clase de hechos sangrientos que se convirtieron en el pan de cada día de los regiomontanos.
La guerra por las plazas, de parte de la las organizaciones criminales entre otros “Los Zetas” y de los diferentes cárteles como el del Golfo, de Sinaloa, etécetera, no han permitido ninguna tregua a los aterrados habitantes de esa urbe norteña. Es mucho tiempo el que han vivido en la zozobra, angustia y terror. Basta con revisar la información de Nuevo León para saber que el tejido social se encuentra pulverizado. Nadie hizo caso.
En cierto modo, repetimos, el acto terrorista en el Casino Royale se esperaba. Fue una acción definitiva que puso de relieve, una vez más, el desastre en la seguridad pública que padecen los neoleoneses, desde la fecha aquella en que se inició la lucha contra la narcodelincuencia.
¿FALTA DE ATENCIÓN?
Desde años atrás, el país se daba cuenta que en Nuevo León, específicamente en Monterrey, (ciudad muy importante para los cárteles, debido a su situación geográfica), la espiral de violencia no era detenida por nadie. Son múltiples los acontecimientos que llevaron a la opinión pública a preguntarse sobre la pasividad de las autoridades que no intervenían, que daban la imagen de poco interés, para recobrar la tranquilidad y la paz social a esa entidad.
Se aceptaban esas cadenas de delitos sangrientos, como si fueran algo normal, al fin y al cabo lo mismo ocurría en Chihuahua, Tamaulipas, Durango, Sinaloa, Michoacán, Guerrero, etc., pero las cosas llegaron al extremo en Monterrey. Tuvieron que morir 52 personas para que las autoridades federales se encargaran, realmente, de atender el problema, como debió ocurrir hace años. Así lo pensamos.
¿Por qué esa desatención del gobierno federal a un ciudad tan importante como Monterrey? ¿Responsabilidad o irresponsabilidad? Estas preguntas tendrán que ser contestadas por aquellos que nos gobiernan y que nos llevaron a una guerra que se inició sin consultarnos.
OTRO TIPO DE ESTRATEGIA
En las ciudades neoleoneses las policías municipal y estatal ha lucido como adorno. Fue nula la efectividad en su lucha contra los narcos. Unidades enteras de la fuerza pública fueron desmanteladas porque estaban coludidas con el crimen organizado. En esa relación de casos sangrientos fueron asesinados dos ediles. La anarquía general en el gobierno estatal y en las alcaldías tarde o temprano llevó a pensar que Nuevo León era un estado fallido. La tragedia en el Casino Royale así lo reconfirmó.
Ahora, después de la tragedia en Monterrey ¿existe la posibilidad de reconsiderar la estrategia para enfrentar al narcoterrorismo? La nueva o nuevas tácticas, según los expertos, deberá contemplar acciones integrales contra las fuerzas criminales. Por ejemplo, minar su poder económico hasta terminarlo. En este renglón que encuentran el lavado de dinero, sus derivados y los prestanombres. También combatir otras formas importantes que tiene la delincuencia para consolidar su fuerza.
Con suficiente riqueza económica, los delincuentes han tenido la posibilidad de adquirir armas, infiltrarse en las policías y en general corromper la estructura que procura e imparte justicia. Se puede decir, pues, que las bases económicas del crimen organizado poco o nada han sido tocadas. ¿Quién puede con ese poderío? Un ejemplo, es el impresionante capital de “El Chapo” Guzmán, que aparece en la lista de los hombres más ricos del mundo en la revista “Forbes”.
Queda claro que los actos terroristas, desde el registrado en Morelia, Michoacan, se han repetido, pero no con el saldo sangriento del incendio en el Casino Royale. La actitud de las autoridades federales para combatir a los terroristas, que al principio no quiso reconocer como tales, poco varió. A ese tipo de delincuentes casi no se les dio importancia. Esa pasividad del gobierno estimuló a las organizaciones violentas a multiplicar los atentados que, como vemos, cada vez son más sangrientos.
Así pues, los funcionarios encargados de seguridad, principalmente a nivel federal, deben entender que la riqueza acumulada por los terroristas, más la corrupción y la impunidad tienen sentado a México sobre un barril de pólvora. Por eso, los expertos en este tipo de asuntos recomiendan asumir actitudes serias e integrales para frenar la cadena de hechos delictivos, principalmente aquellos que atentan directamente contra la sociedad.
De otra manera, no se le verá el fin a una guerra dispareja, una de las partes en conflicto tiene los medios para conseguir suficiente armamento y enrolar a ejércitos de sicarios y terroristas decididos a todo. ¿Rectificará su estrategia el gobierno federal? ¿Es posible que alguien entienda que en esta lucha la inteligencia juega un papel muy importante? México no merece tanto derramamiento de sangre ni tanto luto.