La bondad
Carlos Ramos Padilla viernes 8, Nov 2024Se comenta sólo con…
Carlos Ramos Padilla
La sociedad en sus diferentes facetas tiene algo en común: la bondad. La generosidad colectiva se muestra en variadas oportunidades: solidaridad en tragedias, celebraciones cívicas, manifestaciones solidarias, eventos deportivos, convivencias religiosas, participación en las urnas, reconocimiento a artistas, reconocimientos académicos… los tonos varían, pero la presencia está.
Esa bondad es atropellada generalmente desde el poder, por los políticos trepadores y oportunistas que confunden las cualidades con la manipulación. Las aportaciones voluntarias para la sana convivencia la convierten en acarreos. Usan y abusan. Y eso está cambiando.
Tenemos dos ejemplos prácticos: la concentración de este martes 5 frente a la Suprema Corte de la Nación, donde una multitud presenta sus reclamos, demandas o inconformidades de manera pacífica, argumentado y colocando flores como un símbolo de paz.
Las peticiones son claras, mantener viva y autónoma una institución que nos de fuerza legal y defiende nuestros derechos constitucionales. Las personas deciden por sí mismas cumplir con la ley y organizarse bajo códigos legales. Esa es su categoría y dimensión. Es una contrapropuesta a las intenciones de autoritarismo e imposición de venganza por parte de las autoridades. En buscar el bien común frente a intereses mezquinos de mercenarios oportunistas.
El otro ejemplo es Valencia, España. El pueblo mostró a la monarquía su anacronismo. Los reyes fueron al lugar de la tragedia y recibieron el repudio social, les lanzaron lo mismo fango que arengas. “A ti no te falta el agua” le dijeron a Letizia.
“Preferías que no viniéramos y nos quedáramos en Madrid”, respondía el monarca indefenso ante los argumentos hostiles de una sociedad enardecida que observa desde su pobreza la majadera opulencia de una familia apoderada del país y que se hereda el poder entre ellos.
Una monarquía, la española, que vio claudicar a su majestad Juan Carlos envuelto en escándalos de corrupción, adulterio y acusado de asesinar animales en cautiverio. Una monarquía, incluyó la británica, que entre ellos se arrebatan el trono como así se impuso Carlos III y Camila luego de la sospechosa muerte de Diana y la renuncia a la corte de Harry y Meghan.
Familias privilegiadas por los lujos excesivos pagados todos con los impuestos de los ciudadanos. Joyas y banquetes dignos de personajes que se autoproclaman los más cercanos a Dios y representan su supuesta divinidad con coronas.
Esos esquemas se están agotando. Pero cuidado, la bondad puede traducirse en exigencias que llegan a derrocar gobiernos, que enjuician a sus abusadores, que sancionan a los corruptos, que expulsan a quienes no conocen la ética y la moral pública.
Esa generosidad que ya no permite los enriquecimientos inexplicables ni mucho menos las cuotas de poder que sirven para tomar venganza. México está metido en una crisis constitucional por los que nos gobiernan. La sociedad pide coherencia, congruencia, estabilidad y respeto. A eso se le llama también: nobleza.