¿Deben rendir cuentas?
Ramón Zurita Sahagún viernes 18, Oct 2024De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Las explicaciones que hoy se busca debiera dar Felipe Calderón sobre la conducta de Genaro García Luna son a toro pasado.
La pregunta es si el ex presidente debe responder a la conducta de su secretario de Seguridad y de cada uno de los que fueron sus colaboradores.
En realidad, no, cuando fue su jefe debió pedir cuentas, ahora ya no, pero fue ese mismo Felipe el que cayó en el juego de deslindarse del que fuera su secretario de Seguridad Pública.
De lo que sí debe responder Calderón Hinojosa es del por qué no actuó cuando García Luna era señalado en diversos lados sobre una conducta nada recta ni honorable.
En su momento se habló del asunto del rancho “Las Chinitas” y se ventiló el montaje ahí realizado, así como otros asuntos turbios.
En la Cámara de Diputados en sus comparecencias, el entonces secretario de Seguridad Pública era cuestionado sobre la forma en que se manejaba esa dependencia y los constantes abusos de algunos de sus funcionarios.
Los asesinatos de varios de los colaboradores de García Luna fueron desestimados y jamás aclarados, sin importar que eran cercanos al que era considerado como el superpolicía.
El sexenio de García Luna se distinguió por la cercanía que guardaba con el círculo de poder, los cercanos del Presidente de la República, entre los que se encontraban el secretario de Marina, su secretario particular, el entonces secretario de Gobernación y otros personajes que participación en las veladas bohemias del Ejecutivo.
Calderón se encontraba inmerso en su guerra contra los cárteles de la droga y feliz con los partes recibidos de aquellos que eran la parte fundamental del combate.
En voz baja se mencionaba que García Luna no era el policía cuya imagen quería vender y al que alababan una serie de propagandistas que hasta lo elevaban a la calidad de aspirante presidencial.
La historia de García Luna es similar a la de Arturo Durazo Moreno, otro personaje que fue elevado a los cuernos de la luna por su aparente eficacia en la lucha contra la delincuencia y el control que ejercía dentro de su corporación.
Así como García Luna tenía la confianza de Calderón Hinojosa, Durazo Moreno tenía la de López Portillo, quien, incluso, elevó su rango al de divisionario, sin que el sonorense perteneciera a las fuerzas armadas.
En su momento todo mundo hablaba de la eficacia de la dirección general de Policía y Tránsito del Distrito Federal y de la temida DIPD que comandaba Francisco Sahagún Baca.
Cualquier movimiento de los delincuentes en la capital del país o en la zona conurbada era controlado de inmediato por estos oscuros personajes.
José López Portillo cerró los ojos antes las atrocidades cometidas por estos personajes y ni siquiera los reportajes sobre las lujosas mansiones que construía Durazo Moreno en la zona de Tlalpan y otra más en Zihuatanejo, le ocasionaron un disgusto, mucho menos el que usará a policías como albañiles y maestros de obra.
Algo similar sucedió con García Luna construyó una mansión fortificada y se indignó por que fue revelado el asunto y actuó en contra de los que creyó filtraron su fortificada mansión.
Las historias de García Luna, Durazo Moreno y otros policías que terminaron en la cárcel o asesinados son parte de la historia negra de México.
Finalmente se conocieron las atrocidades cometidas por Durazo Moreno y sus esbirros y ahora las que, supuestamente, cometió García Luna acusado por los propios mafiosos.