A un paso de qué
Freddy Sánchez jueves 17, Oct 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La sustitución de los monopolios por pequeñas y medianas empresas con apoyo institucional.
Ese es uno de los propósitos plasmados en el proyecto de nación de la 4T.
Y de lograrse, se estaría dando un gran avance en la justa distribución de la riqueza nacional.
Porque las millonarias ganancias en unas cuantas manos que se atribuyen a grandes monopolios se podrían distribuir en cientos de miles de familias dedicadas a actividades productivas.
Desde esa óptica se antoja plausible lo que se plantea en el proyecto de nación de Morena en lo que sería una parte del segundo piso de la Cuarta Transformación
Porque, como lo ha dicho Andrés Manuel, no basta generar riqueza sino que es menester que se logre su justa distribución.
En ese rubro hay quienes ponen de ejemplo los programas sociales creados durante el mandato de AMLO al considerar que son el camino indicado para que los niveles de bienestar aumenten entre la población. En especial, la que menos tiene y durante décadas recibió distintos apoyos institucionales, pero no en la forma y con la regularidad de lo que se sustenta en la política social del gobierno en turno.
Una idea evidentemente respaldada por la satisfacción de los que en las pasadas elecciones decidieron no sólo refrendar el poder presidencial de Morena, sino otorgarle mando absoluto para hacer los cambios legales que promuevan cualquier acción encaminada a cambiar la ruta nacional.
Bastaría entonces “un plumazo” legislativo para dar por terminada la pujanza económica de los monopolios prohibiéndoles diversas libertades actuales o haciendo más rigoristas las medidas públicas para tenerlos “en un puño” del poder público.
Ahora que aterrizando en la viabilidad de lo que se quiere y se puede hacer con las actividades productivas en México resulta indispensable ser precavidos, evitando alentar cambios radicales que a la postre se traduzcan en grandes fiascos con perjuicios mayores que los supuestos beneficios que se pudieron concebir.
Los ejemplos de que demoler estructuras operativas ampliamente consolidadas sin los sustitutos apropiados han sido muchos a lo largo de la vida nacional.
Y en época reciente podría citarse el deplorable resultado de querer acabar con un monopolio en la compra y distribución de los medicamentos, que a la fecha sigue causando malestar en los que no cuentan con medicamentos para curarse. Así que requiere cautela una política oficial contra los monopolios para que en su lugar empresas menores tomen la batuta en beneficio de sus operadores y la gente que consuma sus bienes y servicios. Lo cual es digno de tomar en cuenta sin apresuramientos ni medidas mal planificadas o de plano “locas” olvidando que lo peor que puede haber en un mercado económico es una insuficiencia de lo indispensable para atender necesidades básicas de bienestar.
En ese sentido habrá que solicitar a los que proponen un proyecto de nación con cambios radicales en distintos rubros del acontecer en nuestro país que no cometan la imprudencia de liquidar nada si no saben exactamente cómo darle a la población una buena solución a sus demandas. Si se quieren cambios que antes se evalúen pros y contras sin desenfrenos que nos lleven sin saber a un paso de qué.