El embate los une
Roberto Vizcaíno jueves 25, Ago 2011Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Peña Nieto dijo que Humberto Moreira no es removible y que se queda en el PRI
- Beltrones pidió nuevas reglas financieras para estados y federación
- Slim y sus decisiones financieras en Nueva York
La persistente campaña de Felipe Calderón, el PAN y algunos priístas, contra el líder nacional del PRI, el profesor Humberto Moreira ha pasado a ser un factor de unión entre cúpulas y amplios sectores del tricolor.
Era previsible. Lo señalaba ayer en este mismo espacio: ningún líder de ningún partido puede ser removido u orillado a renunciar porque los de otro partido lo pidan o quieran.
Es simplemente absurdo que eso ocurra. Sería demostrar una debilidad y un entreguismo sin límite.
Pero el caso es que algunos dentro del PRI lo creyeron. Pensaron que Moreira podía ser obligado a renunciar, a pedir licencia… y algunos otros hasta lo celebraron.
Norteados como mi testigo protegido en política, esgrimieron con vehemencia, y sin aceptar ninguna otra razón, los argumentos morales de los panistas: si como gobernador Moreira había aumentado de 300 a 32 mil la deuda del estado, eso era inaceptable. Se manchó, dijeron.
Dando por hecho las explicaciones de los blanquiazules, se dijo que Moreira estaba haciendo un gran daño al PRI y debía ser removido… para luego quizá ser quemado o colgado en la plaza pública más cercana.
Ninguno de ellos ponderó los indicadores del mismo gobierno de Calderón que califican al gobierno de Moreira como uno de los mejores de los últimos 6 años, tanto en educación, combate al desempleo y la pobreza y en la creación de obra pública.
No, nada de eso se tomó en cuenta y hasta ahí penetró la campaña antimoreira de Calderón y sus alfiles.
Evidentemente que existen en estos priístas otras razones: una fundamental es que el profe desplazó y sepultó rápidamente a Beatriz Paredes, quien hasta hoy no ha logrado reubicarse en los espacios del poder interno. Dejó de ser presidenta del PRI y lo único que le quedó fue la curul de diputada federal.
Ni Francisco Rojas se hizo a un lado para que ella asumiera la coordinación de la poderosa bancada de diputados federales, ni mucho menos desplazó a Carlos Ramírez Marín para entrar como presidenta de la Cámara.
El golpe del olvido ha sido muy duro para ella y su grupo, sobre todo después de que pensaba que ella era la tercera opción para la nominación priísta a la Presidencia de la República.
Hoy las encuestas dicen que a lo mejor puede dar la batalla por la jefatura de gobierno… pero del DF.
De todos es conocido también dentro del tricolor que Humberto Moreira junto con Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones, le quitaron a Beatriz Paredes la posibilidad de decidir a quién dejar como su sucesor. Ahí estaba muy apuntado el entonces gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, otro que invirtió fuertes cantidades del erario de su estado para promoverse como presidenciable.
El caso es que así hay otros personajes y segmentos que se movieron dentro del PRI al parejo del son tocado contra Moreira durante las últimas semanas desde Los Pinos.
Una motivación fundamental, a flor de piel en otros, es que a Moreira le corresponderá conducir el proceso interno para elegir no sólo al candidato presidencial del tricolor, sino las nominaciones a 500 diputados federales (300 de mayoría y 200 pluris); las candidaturas a las 128 senadurías; la candidatura de jefe de gobierno del DF, junto con las de 16 aspirantes a delegados y las de los asambleístas y, ni qué decir, las candidaturas a gobernador en Guanajuato, Jalisco, Morelos y otras.
Todo eso causa mucha envidia interna… y remueve enormes intereses a partir de que hoy el PRI puede ganar la mayoría de ese enorme paquete de nominaciones.
En todo esto tiene que ver mucho el estilo de conducir a su partido impuesto por el coahuilense.
Llegó y al PRI, ganó el Estado de México, Nayarit y Coahuila y en noviembre a lo mejor se levanta la gubernatura de Michoacán.
Y grita a cada rato que a él le tocará además estar en la presidencia del PRI cuando se recupere en julio próximo la Presidencia de la República.
Obvio que todo eso le provoca espasmos, agruras y diarrea juntas no sólo a Calderón, sino al círculo interno de éste y a -insisto-, no pocos priístas.
De ahí que ayer el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, haya salido por segunda ocasión a señalar que Humberto Moreira cuenta con su apoyo y el de la mayoría de los tricolores.
Poseedor de casi el 65 por ciento de las preferencias del voto, el mexiquense explicó lo que todos saben: que las críticas que se hacen hoy al dirigente nacional del PRI son parte de una campaña panista que pretende provocar rupturas internas en el tricolor.
Ya días anteriores Peña Nieto había indicado que el asunto de la deuda de Coahuila debiera ser abordada desde el punto de vista financiero y no político y sometida al contexto del manejo discrecional de las prerrogativas federales por parte del gobierno federal.
Para dejar sentado lo que otros muchos han indicado, el gobernador saliente del Estado de México expuso que ese endeudamiento de Coahuila no podía haberse conseguido ni otorgado por parte de los bancos si no tuviera esa entidad respaldo suficiente para pagarla y razones para pedirlo.
En esta dinámica, el presidente del Senado, el ex gobernador sonorense Manlio Fabio Beltrones, consideró que Humberto Moreira tiene suficiente fuerza e inteligencia para defenderse a sí mismo, pero que sin embargo contaba con el apoyo de todos los priístas.
Y, ante la insistencia de si la deuda dejada por él en Coahuila es un riesgo para bancos o instituciones financieras, Beltrones respondió:
“Estamos frente a un problema no sólo de estados y municipios, sino del gobierno federal… los tres niveles de gobierno necesitan nuevas reglas para garantizar finanzas sanas”.
Total, que el golpeteo panista contra el dirigente tricolor ha cumplido con una de las premisas de la supervivencia política: “si uno de los tuyos es atacado… aunque te caiga de lo peor, habrás de defenderlo, porque el siguiente serás tú”.
SLIM, MÁS ALLÁ DE CALDERÓN: Sin duda, Carlos Slim es uno de los hombres con mayor experiencia de vida del momento. Por sobre sus manejos financieros y de negocios, sus decisiones muestran a un personaje que ve más allá de su propia existencia terrenal.
Por alguna razón, el presidente Felipe Calderón no lo quiere. Es obvio que no le cae bien y en lugar de aprovechar que este personaje es mexicano -pienso en los consejos que le podría dar; en las inversiones propias y ajenas que podría impulsar-, lo ha querido expulsar del país al cerrarle espacios y caminos.
Bueno, claro que Slim no se va de México, primero -pienso-, porque es mexicano y segundo porque tiene enormes intereses en este país.
Pero no sólo aquí. Ha logrado penetrar bastiones emblemáticos del poder financiero mundial como lo son el diario The New York Times y la cadena de tiendas de ropa Saks.
Y en estos días el dueño de Carso incrementó su participación accionaria en el diario como en la cadena. De acuerdo a reportes bursátiles, Slim subió entre lunes y miércoles de 6.9 a 7.5 por ciento su participación en el diario y hasta sumar 16 por ciento en la cadena.
Alguna vez, cuando Slim compró el primer paquete de acciones de The New York Times opiné que era obvio que no quería ser el accionista mayoritario. Considerado como el hombre más rico del mundo, si lo hubiera querido, lo hubiera sido.
No, sigo pensando que lo que quiere Slim en The New York Times y en Saks no sólo es hacer negocio con buenos dividendos, sino introducirse en el círculo de viejos y muy poderosos ricos de Manhattan.
Es como adquirir un título nobiliario.
Con gran experiencia, Slim no corre para lograrlo. Y poco a poco se mete más, como lo hizo en estos días.
Es algo que en sus días intentó con otro estilo Emilio “El Tigre” Azcárraga, quien llegó incluso a comprar una de las marinas de Manhattan, para que todos quienes tuvieran yate y quisieran o necesitaran llegar ahí, tuvieran que pedírselo.
No lo logró. De ahí que sea interesante el camino que ha seguido Slim, sin presionar ni arrebatar nada a nadie en La Gran Manzana.