La Presidencia es el mismo circo
Armando Ríos Ruiz miércoles 16, Oct 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Nadie en su juicio podría dudar que el deseo del ex presidente era perpetuar su poder más allá de su perversa vida, a costa de atropellar la misma Constitución, con todas las argucias a su alcance y con los abusos que fueran necesarios para aglutinar los tres poderes y hacer lo que le plazca sin ningún freno. Y todavía hay quienes dudan de su intención insana.
Aún hay quienes defienden a ultranza su capacidad destructora, porque sus ojos son incapaces de ver lo evidente. Inclusive personas que fueron a las aulas universitarias en pos de conocimientos superiores que de nada les sirvieron, ya que sus ojos aún permanecen cerrados por la necedad, sin que los elementos de la razón puedan abrirlos, porque también están herméticamente lacrados.
Los instrumentos que más han contribuido para imponer el nuevo pernicioso estilo de gobernar, es la trampa, acompañada de la mentira. De los abusos. De la fuerza que acompaña la imposición de métodos nefastos para derribar lo que estorbaba. La misma llegada de la heredera del trono está cuestionada. Porque, de acuerdo con estudios hechos por inconformes, existe un algoritmo que permitió revertir la elección, que además contó con la falta de entereza y de valor de la candidata opositora, que de inmediato olvidó los números del resultado electoral de sus propios conteos.
Urge acabar con la Suprema Corte como la conocemos y aunque abundan las opiniones en el sentido de que, efectivamente necesita una reforma a fondo, es mejor desaparecerla y convertirla en un circo en el que el domador de los leones sea la estrella. Capaz de sustituirlos por cualquier otro animal a la hora que desee, si ofrece un espectáculo a su conveniencia.
El domador ya fue contratado por el dueño, cuyo peso se deja sentir todos los días desde donde se encuentra, que no es en su rancho, como prometió al llegar el momento de ausentarse, sino de algún lugar desconocido aún por todos, desde donde mueve los hilos de ese brazo que hace tronar el látigo empoderado con el mismo dominio lleno de ignorancia necia que supo transmitirle.
El circo ofreció un número realmente grotesco. Escogió el Día de la Raza para decorar la piedra del sacrificio con una tómbola, mediante la cual, se decidió la suerte de todo un país o de 130 millones de mexicanos, pero también de las generaciones que vienen, a menos que un milagro detenga el abuso fenomenal.
Algo tan delicado y preocupante decidido por la orden de una mente desquiciada, decidida a eternizar un sueño concebido entre las nieblas de la locura y secundado por los que desean servir de rodillas la voz del amo, en franco retroceso de lo que con tanto esfuerzo se había logrado a través de los años. No hubo uno siquiera, que no diera muestras de su profundo servilismo.
Los sentidos no dan crédito. Hoy se realizan los caprichos con la fuerza de la imposición. La que hoy tiene el máximo poder se empecina en demostrarlo. Afirma que nadie puede impugnar la reforma judicial, porque fue la decisión del pueblo de México. Niega ese derecho a los partidos de oposición y a los mismos mexicanos en general y con simpleza dice que ya está aprobada y eso es suficiente para que nadie la eche atrás.
No discurre que es necesario que esté aprobada para impugnarla. Es al revés. El hecho de que haya sido aprobada con todas las trampas no impide, ni que los ministros de la Corte puedan hacerle enmiendas aún e inclusive rechazarla, de encontrar los elementos que lo permitan. La señora es científica, según su propio dicho. No abogada capaz de interpretar la ley.
Su necedad heredada por su maestro niega en ella lo que su inteligencia pudiera aportarle o simplemente le sirve para complacerlo, adoptando las mismas soluciones que emplearía el otro y de esa manera hacerle ver que no se equivocó cuando decidió hace mucho tiempo, convertirla en su sucesora. No importa que en esto vaya la destrucción de todo el Estado Mexicano.