Chilpancingo
Carlos Ramos Padilla viernes 11, Oct 2024Se comenta sólo con…
Carlos Ramos Padilla
Lo ocurrido en Chilpancingo, Guerrero, con el secuestro, tortura, muerte y decapitación de quien fuera presidente municipal, Alejandro Arcos Catalán, de 43 años, es sólo el reflejo de la grave situación que se vive en el país.
Territorios completos dominados por el crimen organizado en donde ponen las condiciones económicas, sociales y políticas. Recordemos que a días de las elecciones del 2 de junio se reportaron 826 atentados no letales contra aspirantes a cargos de elección popular y 37 asesinatos de candidatos.
En Chilpancingo, cuatro días antes del terrible crimen contra Alejandro Arcos, mataron al secretario general del Ayuntamiento, Francisco Gonzalo Tapia Gutiérrez, y a quien sería su secretario de Seguridad Pública, Ulises Hernández Martínez.
Arcos Catalán lo denunció y solicitó auxilio y protección que no se le otorgó. Se reporta que cada dos días asesinan a un taxista en esa zona y hace 24 horas ataron, golpearon, lincharon y quemaron vivos a dos jóvenes cerca de Olinalá, al acusarlos, la muchedumbre, de ser delincuentes.
Esta historia no ha sido cerrada por las autoridades. Se sabe que la Normal Rural Isidro Burgos ha sido y es centro de adoctrinamiento para guerrilleros, ahí están secuestrados varios autos y se presumen resguardan armas.
El grupo delincuencial “Los Ardillos” participaron, según las indagatorias, en la desaparición de 43 jóvenes de Ayotzinapa hace ya 10 años. A este grupo se le atribuye el fortalecimiento del corredor de la droga entre Acapulco y Cuernavaca, pasando por Taxco y Chilpancingo.
La ex presidenta municipal de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, fue exhibida desayunando con uno de los líderes de “Los Ardillos”, Celso Ortega, recibiendo sólo la sanción de ser expulsada de Morena. Esto, todo, demuestra la fuerza de estos grupos que imponen a sus gobernantes para continuar operando con cínica impunidad.
Lo ocurrido en Guerrero es gravísimo, una señal del deterioro de la seguridad pública, un retrato del poderío de los asesinos, pero más lamentable, la apatía, omisión y negligencia, sino complicidad de las autoridades.