Negligencia criminal
Alberto Vieyra G. martes 1, Oct 2024De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Con más de 600 mil muertos en México, Andrés Manuel López Obrador finaliza su sexenio. Algo histórico que solamente había ocurrido durante la Revolución Mexicana cuando la nación azteca era un polvorín.
El desglose macabro queda de la siguiente manera: Doscientos mil asesinatos dolosos, a razón de un Estado y un gobierno que no sirven.
Poco más de 50 mil desaparecidos y 350 mil muertos a causa del coronavirus al que AMLO atendió con negligencia criminal, pues dicha cifra no debió existir si no hubiese sido por la criminal atención que recibieron los pacientes en los desbordados hospitales y muchos tuvieron que morir en sus casas o en el camino. Eso sí, AMLO dijo que “no pasa nada” y hasta se burló de la mortandad diciendo que debían de atenderse con Vick Vaporub y Paracetamol, pero que sin con ello no era suficiente, entonces habría que armar un amuleto a base de un dólar de a dos pesos y un trébol de 4 hojas. De ese calibre fue la negligencia criminal de un Presidente que se dijo ser humanista y el segundo más popular del mundo, después de Narendra Modi.
El sexenio se convirtió, además de macabro, en el escenario propicio para dividir y enfrentar a los mexicanos. AMLO hizo dos Méxicos: El México de pobres y ricos o de chairos y conservadores. Grosero como ningún otro Presidente de la República, AMLO se peleó con los reyes de España y cuando menos una decena de estadistas en el mundo, restándole mundo a México y convirtiéndolo en una nación bananera, pero, además, insulto a más no poder a empresarios, conservadores, a intelectuales a los que llamaba “intelectuales orgánicos” y a los periodistas y medios de comunicación creando las condiciones para que cualquier chimuelo se dedicara a matar periodistas incómodos del gobierno.
La mañanera fue el instrumento propagandístico en el que AMLO profirió a los mexicanos más de 112 mil mentiras, cuatro veces más que la retotolluda bestia trumpiana. Las mañaneras se convirtieron en la Santa Inquisición en la que, al más puro estilo de Torquemada, el ilustre Martillo de los Herejes en España, quemó a todo aquél que osaba criticarlo y como un vil cobarde, encontró una graciosa salida culpando a todo mundo: a Genaro García Luna, a Felipe Calderón, a Vicente Fox, a Zedillo, a Salinas, a Hernán Cortés y hasta “el chupacabras” de todos los males que aquejan al país, pero él no era culpable de nada, él era un santito que siempre se hizo pasar como víctima y vaya que hubo millones de compatriotas que se lo creyeron.
Si alguno o algunos de sus víctimas con los que hizo cera y pabilo en la hoguera de las mañaneras quiere proceder penalmente contra AMLO no necesita de aportar pruebas, sólo baste recurrir a las mañaneras que pueden aportarse como pruebas irrefutables de ese grosero y mal gobierno.
Para muestra un botón, en las últimas dos mañaneras de la semana pasada, AMLO confesaría cínicamente que protagonizó una elección de Estado, pues él se encargaría de amenazar a los principales empresarios y dueños de medios de comunicación para que no apoyaran a Xóchitl Gálvez porque entonces jamás serían invitados a Palacio Nacional a almorzar, comer o cenar tamales de chipilín. Los empresarios le tuvieron miedo a un vengativo Presidente de la República que siempre utilizó todos los medios posibles del Estado mexicano para someter a sus enemigos.
Felizmente, hoy este átomo de la comunicación da gracias a Dios por estar vivo, aunque fueron incontables las amenazas que recibí de los chairos o sicarios a sueldo desde las entrañas del poder.