El periodismo de hoy
¬ Luis Ángel García miércoles 25, Sep 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
La autocensura en los medios de comunicación parece ser el futuro inmediato en el México contemporáneo. No se requiere tener un gobierno represor ni un organismo oficial censor para acallar a la prensa, ni siquiera las redes sociales necesitan de un Big Brother -al estilo la distópica novela 1984-, para que los creadores de contenido se abstengan de criticar a las autoridades o a los grupos de poder. Los dueños de medios y de plataformas han decidido abandonar la plaza y entregarse a la comodidad del subsidio gubernamental para sobrevivir. Primero está el comer que ser cristiano decían las abuelas y parece la máxima de los tenedores de algún medio de comunicación, primero está el negocio y luego la información; lo importante es quedar bien con el gobierno y no con las audiencias. Pasa a segundo plano la responsabilidad social.
Seis años de golpeteo y retiro de la publicidad bastaron para que la mayoría de los medios abandonaran la trinchera del periodismo crítico y dejaran de ser tribuna de la opinión pública para rendir culto al poder. Cierto, muchos medios perecieron por la ausencia de la publicidad oficial y no tener una estrategia para diversificar sus fuentes de ingresos, pero los grandes consorcios, que vieron disminuir sus jugosas entradas, decidieron abandonar la función social de la comunicación para adular al gobierno en turno.
Entre las muchas medidas disuasivas, además de la satanización de medios, periodistas y opinadores desde las mañaneras y el cierre de la llave publicitaria, vino la instrucción directa de retirarle espacios, micrófonos y cámaras a reporteros y comunicadores que no fueran afines al proyecto político de la 4T. Cerraron incluso barras de opinión de canales como Once, el 22 e incluso el 21. Lo mismo sucedió en el espectro radiofónico donde se quitaron concesiones, se suprimieron programas y se silenció a conductores o colaboradores. La lista es interminable y es sabido por la opinión pública.
Poco hicieron los dueños de medios para defender o mantener a sus empleados, era preferible quedar bien con los verdaderos patrones y preservar la fuente de ingresos de la publicidad gubernamental o la vigencia de los permisos y concesiones.
¿Qué depara a la comunicación de masas y a los medios digitales esa pervertida política de sumisión a los grupos de poder? A nadie conviene esa connivencia entre el poder político y el otrora poder fáctico. La democracia, un Estado fuerte requiere tener un sistema de radiodifusión pública independiente, una red de medios oficiales que dé voz a todas las corrientes de opinión, que exprese la pluralidad de ideas de una sociedad diversa, que promueva la unidad nacional. La comunicación estatal debe cumplir con los añejos principios de la comunicación: informar, entretener, educar y difundir. Tendrá que regresar la agencia de noticias del Estado mexicano, fortalecer y dar autonomía a las estaciones gubernamentales para que no sean exclusivamente voceros y lectores de boletines oficiales con aburridas barras de opinión como la Hora Nacional setentera.
Por otra parte, debe rehacer su relación con los medios privados o sociales, donde no se condicione la publicidad oficial al comportamiento de los opinadores o al trabajo anodino de reporteros. El gobierno requiere de medios fuertes socialmente responsables que informen con veracidad y sean termómetro del humor social. La crítica constructiva es fundamental para la instrumentación de las políticas públicas y el fortalecimiento de la democracia. Ese es el gran reto del nuevo sexenio.