Un grito que se ahoga
¬ Luis Ángel García miércoles 18, Sep 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Si bien es cierto que casi todos los Presidentes ponen de su cosecha en las arengas que hacen para conmemorar el inicio de la Independencia de México, como Porfirio Díaz que cambió la fecha de El Grito para hacerla coincidir con su natalicio o Luis Echeverría que agregó a los vivas el recuerdo de Salvador Allende o al surgimiento de las economías emergentes conocidas entonces como Tercer Mundo, nadie le gana a quien dentro de menos de dos semanas terminará formalmente su sexenio.
Convirtió la ceremonia del Grito de Independencia en un monumento a la egolatría, donde lo que menos importó fueron los héroes que nos dieron Patria, sino su trascendencia a través de su proyecto político, la 4T y los mueras a lo que menos combatió como la corrupción y la avaricia. Por cierto, para no darse un balazo en el pie, desde hace mucho, los mandatarios suprimieron la frase que fue el verdadero motor del movimiento independentista: muera el mal gobierno. Y vaya que la administración que termina puede definirse como tal: polarización de la sociedad, pérdida de la gobernabilidad a manos del crimen organizado, inseguridad, el régimen más violento en la historia, educación mala e ideologizada, millones de mexicanos sin servicios de salud ni medicinas, cero crecimiento económico, inflación, endeudamiento impagable, ausencia de México en el concierto internacional y conflictos comerciales con nuestros socios en el T-MEC.
Pero la noche del 15 fue toda del todavía inquilino de Palacio Nacional, con su pueblo bueno y sabio a sus pies que repetían los inventados y ficticios vivas y mueras, que coreaban “es un honor estar con Obrador” y un Presidente que se regodeaba con un “Gracias sr. Presidente” proyectado frente al ex palacio virreinal creado por la logística de la Presidencia.
La noche del 15 de septiembre dejó de ser una verbena popular para convertirse en un mitin político, donde se excluyó al verdadero pueblo para llenarlo de acarreados, burócratas y policías que fueron obligados a asistir. Excluidos los fifís y conservadores. Nadie podía empañar la fiesta del tabasqueño, ese encuentro con sus mascotas que no cuestionan los agregados, que gritan vivas a los trabajadores, en un gobierno que provocó desempleo, que reconoce a los migrantes cuando debiera darle vergüenza que millones de mexicanos busquen trabajo, educación y menor nivel de vida en el extranjero porque aquí no tienen empleo ni oportunidades.
Se le arrebató a la sociedad civil la explanada del Zócalo, se perdió el festejo de nuestra Independencia, esa verbena popular que congregaba a ciudadanos de todos los estratos sociales, se reservaron el derecho de admisión y un vacío Palacio Nacional -otrora lleno de embajadores e invitados especiales-, vieron caminar a la pareja presidencial para asomarse por última vez al balcón central y saludar, no a todos los mexicanos, sino a sus “mascotas” -como él los describe-, a quienes no aspiran a tener un mejor nivel de vida, sino a sobrevivir con las dádivas gubernamentales. Al pueblo pan y circo, aunque ahora sólo les dan circo.
En pocos días se verán las consecuencias de este mal gobierno, con una economía comprometida que no tiene futuro, pero con una Presidencia absolutista que podrá gobernar por decreto, sin contrapesos que frenen los equívocos en las políticas públicas. El Grito se ahoga en el corazón de los verdaderos mexicanos patriotas.