Segundo piso de AMLO
Freddy Sánchez jueves 12, Sep 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Si los dedos de las manos de una persona no son iguales tampoco los gobiernos y quienes los dirigen por más que tengan el mismo origen.
Bajo esa perspectiva suelen rechazarse, categóricamente, tres especulaciones de los críticos del mandato por comenzar de Claudia Sheinbaum.
Lo primero sobre que acatará órdenes del Andrés Manuel, lo segundo que no se atreverá a cambiarle “ni un punto ni una coma” a las instrucciones recibidas y lo tercero que lo que haga será “una calca” de lo que hizo o planeaba hacer López Obrador.
En ese aspecto, naturalmente hay discrepancias en los partidarios de Morena e incluso de los considerados obradoristas “de hueso colorado”.
Porque en ambos casos se escuchan opiniones sobre que cada gobierno tendrá sus propias características sin que se le vaya a dar gusto a los que quieren ver un distanciamiento brusco entre la que llega y el que se va.
Así que en ese tenor se augura un siguiente paso entre dos gobiernos con objetivos comunes, los mismos ideales , una idea central de qué hacer y no hacer, pero con los matices pertinentes.
Y justo en ese punto se centra la discusión de los que afirman que México tendrá a una primera Presidenta que dirá la “última palabra” de cómo debe ser su administración a diferencia de los que sarcásticamente han dicho que en la práctica fungirá como vicepresidenta de un nuevo gobierno.
De ahí el doble reto que enfrentará en su gobierno (al principio, sobre todo) la encargada del poder Ejecutivo para evitar un rompimiento con su antecesor y al mismo tiempo aplicar lo que Zedillo llamó “una sana distancia” con el PRI.
Algo por el estilo quizás será menester en las relaciones entre Andrés Manuel y su sustituta en el cargo presidencial.
Lo cual, al menos en apariencia, deberá hacerse notar con claridad no aceptando más giras (“con brazo de AMLO al hombro de Claudia” ), además de rehuir encuentros privados que propicien murmuraciones como las habidas a cada rato.
Otra diferenciación obligada podría llevar al nuevo gobierno de la 4T a tratar de cambiar la forma en su actuar hacia los empresarios nacionales y extranjeros, grupos políticos, civiles y periodísticos.
En ese contexto, obviamente, nadie puede creer que el próximo gobierno de Morena se apartará de la ruta trazada con el propósito de lograr sus objetivos, pero es de desear que se reconsideren algunos pasos y la manera de abordar diferencias con distintos sectores de la sociedad.
O sea los ajenos a los 35 millones de votantes a favor de Claudia, que también son parte del México de hoy y tienen derecho a expresar su voluntad de cómo les parece que debería ser el México del mañana.
Un país en el que “todos quepan”, no solamente los que defienden “a capa y espada” lo que quieren que sea una segunda etapa sexenal del gobierno de Morena o lo que otros advierten temerosos que pudiera convertirse en un deprimente y peligroso segundo piso de AMLO.