Legisladores chaqueteros
¬ Luis Ángel García viernes 30, Ago 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Desde hace tiempo los legisladores mexicanos se han caracterizado por su comportamiento sin ética, carentes de principios políticos, traidores a la confianza de los electores, ávidos de buscar en el poder la protección e impunidad a sus actos de corrupción o contubernios. Esos son los representantes populares que se han ganado a pulso el mote de trapecistas, chapulines, chaqueteros.
Ellos han provocado la crisis del sistema pluripartidista mexicano, el cual ha abandonado las ideologías para convertirse en franquicias al mejor postor o negocios familiares, club de amigos o de cómplices donde se ponen las candidaturas al servicio del mejor postor. Ya en los cargos también prostituyen su voto para irse con quien les ofrezca más, generalmente el partido en el gobierno.
La reforma política de 1977, ideada por Jesús Reyes Heroles, abrió las puertas a la oposición para que tuviera alguna representatividad legislativa aun sin obtener triunfos electorales, así como otorgar registro a nuevos institutos políticos para fortalecer la democracia. Sin embargo, con el paso del tiempo, los vivales y mercenarios de la política crearon franquicias o negocios particulares disfrazados de partidos para enriquecerse con los dineros públicos, aun después de perder efímeros registros. Los hermanos Sánchez Aguilar lo hicieron con el PSD y hasta los izquierdosos vieron en el llamado partido del ferrocarril (Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional) una forma de vivir del financiamiento estatal. Pero no sólo los dirigentes de esos institutos degradaron la vida democrática del país, los partidos se llenaron de vividores que compraron candidaturas con dinero o en especie, es decir, pusieron a disposición de los dirigentes a sindicatos enteros, grupos sociales o sus cualidades como gestores ante instancias gubernamentales para obtener contratos; entonces recibían su recompensa como cuota de poder.
Actualmente, la crisis partidista evidenció el abandono de la ideología, la declaración de principios o los programas de acción; ya no hay derechas, centros o izquierdas. Comunistas se hicieron conservadores, anarquistas se replegaron hacia la derecha, los reaccionarios coquetearon con el neoliberalismo. Este amasijo hizo posible que la 4T llegara al poder y se mercantilizaran los cargos de elección popular. El Congreso está en manos de ex priistas que abandonaron al longevo partido para fundar la corriente democrática y luego el PRD -hoy sepultado por las mismas tribus que se visten de guinda-. Chapulines y chaqueteros que antes militaron en el tricolor, el blanquiazul o el sol azteca fueron iluminados por el rayo redentor que los purificó de todas sus tropelías. Igual que las rémoras del PVEM, que antes fue aliado de priistas o el PT, franquicia creada al amparo del salinismo.
¿A alguien le interesa la intención del voto popular? Poco importa el elector y sus demandas o la creencia en supuestos candidatos que solucionarían sus problemas y cumplirían con lo prometido. Lamentablemente, el ciudadano ya no tiene representantes, sufragó por alguien con unas siglas que ahora despacha en el mostrador de enfrente. Ricardo Monreal es ejemplo de ello, como lo es el propio AMLO o su “hermano” Adán Augusto López, el impresentable Javier Corral -ex panista y ex gobernador por ese partido de Chihuahua-, quien al amparo de la 4T movió todo el aparato de procuración de justicia de la CDMX para evitar ser aprehendido por peculado en su entidad y hoy el flamante senador goza de fuero.
Los últimos chaqueteros son dos senadores, una de Michoacán y otro de Tabasco -quienes hasta hace poco renegaban de los chapulines y se daban baños de pureza al describirse como políticos congruentes-, que se sumaron a la bancada guinda para garantizar la mayoría absoluta. ¿A cambio de qué? No en atención a la representación de sus electores, porque ellos eran del PRD, seguramente fue por dinero o comprar impunidad.
Amigo elector, ya no crea en los partidos, antes de votar pregunte al candidato a qué gobierno servirá.