Un Presidente nervioso
Armando Ríos Ruiz viernes 30, Ago 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Cuando Antonio Solá creo la frase AMLO es un peligro para México, una parte muy importante de los mexicanos reconocimos el ingenio del consultor español, quien así alertaba sobre un político a quien le quedaba pintada la descripción, pero sin conocer sus alcances reales.
Al tiempo, el creador de tal expresión parecía haberse valido de poderes extra sensoriales que le permitieron ver el interior de la persona, para describir una imagen tal y como finalmente acabó por revelar su propio ego, al convertirse en Presidente de México y desde ahí despojarse del disfraz que portó desde que decidió hacerse con la Primera Magistratura a costa de lo que fuera.
Hay que reconocer que, mientras llegaba el momento del triunfo, tuvo la gran idea de enfilar sus campañas hacia las clases marginadas. Las más abundantes. Las más ignorantes y las más fáciles de convencer. A esto habría que agregar la cooperación del PRI, que remató con un Presidente extremadamente corrupto e ineficiente, que provocó el hartazgo y el voto de la clase media para la promesa aparecida gracias a algún milagro.
El supuesto milagro de 2018 está hoy expuesto. Desnudo. No hay tal. Lo que existe es un hombre de carne y hueso con muchos problemas existenciales que le es imposible ocultar. Creó una conferencia matutina que le sirviera para dictar línea desde ahí y para dirigir y tomar el pulso del diario acontecer, que finalmente sólo sirvió para exhibir sus complejos, sus fobias, sus malestares, sus pleitos y su inclinación a proferir las mentiras más inconcebibles.
Todo él era una mentira. Sus propósitos con los pobres. Su amor a México. Su odio a la corrupción y, por lo tanto, su combate a esta costumbre. No se hubieran conocido estos defectos, de no conquistar el máximo poder. Todo él es un engaño vivo. Desde aquella frase traída de su natal Tepetitán: Honestidad Valiente. Algún dizque analista iluso llegó a decir: “Nos engañó con la verdad”, lo que considero imposible. Se engaña el que quiere.
Sus actos le valieron para que su personalidad fuera descubierta y para no dejar nada a la imaginación. Sus viajes constantes a Sinaloa. Sus felicitaciones a los criminales. Sus abrazos a los mismos. Sus defensas a los corruptos, lo ubicaron perfectamente. Ni siquiera es necesaria una investigación, salvo para confirmar lo que la inteligencia puede discernir sin mucho esfuerzo.
Por estas razones no es posible concebir que su pupila haya ganado las elecciones. Durante las votaciones no fue difícil advertir en las casillas, que todo mundo se mostraba en contra, porque no había discreción. La gente quería hacer saber su decisión, quizá con la intención de hacer proselitismo. Todos con Xóchitl, quien después de todo, no supo defender su triunfo ni con la duda.
Para muchos debió exigir las pruebas de su derrota. Máxime que la directora del INE dio muestras de encontrarse muy ocupada en el laboratorio donde se cocinaba el anuncio del fraude. La opositora debió pues, rebelarse gracias a sus propias cuentas, que le indicaban ser la auténtica ganadora.
Hoy sabemos que el Presidente metió a la campaña de su candidata muchas carretas repletas de oro. Pero la gente ya aprendió también a quedarse con él con la promesa de ayudar y en la realidad votar por su preferido. Hoy hay también quienes se han dedicado a buscar todos los indicios que conduzcan a la verdad de lo que ocurrió en los comicios.
Algunos aseguran haber encontrado el algoritmo que revirtió los resultados y si es cierto ¿ante qué autoridad harán la denuncia, que no esté cooptada? Lo único que a un servidor se antoja viable, es la postura adoptada desde el anuncio del resultado electoral, por Guadalupe Acosta Naranjo, valiente, inteligente y decidido a dar la pelea hasta el último y agotador esfuerzo.
Mientras, el Presidente no deja de revelar su intranquilidad por razones que se le han multiplicado. Desde los dichos en los países del norte a causa de su reforma judicial, hasta el juicio de “El Mayo” Zambada.