Ya no marca agenda
¬ Luis Ángel García miércoles 21, Ago 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Desde la captura de Ismael “El Mayo” Zambada, hace casi un mes, la muerte del ex rector sinaloense Héctor Nemesio Cuén Ojeda y la carta demoledora del barón de la droga que exhibió los nexos del gobernador de Sinaloa con el crimen organizado -que ni el cuerpeo de Palacio Nacional pudo desvirtuar-, el mandatario federal dejó de marcar agenda y aunque busca distractores no puede ocultar ante la opinión pública los evidentes fracasos de la 4T a días de que concluya el sexenio, el cual no podrá pasar -como era su deseo-, a la historia como el mejor de todos los tiempos. Idearon una gira de despedida por todo el territorio nacional para que el líder moral de la 4T, no el Presidente de la República fuera aclamado al estilo de los emperadores romanos como Julio César, Calígula o Nerón. Pero eso no resultó suficiente para que estallara la crisis en la administración que se va.
Ante la impotencia de no poder reclamar a la Casa Blanca su proceder por violar el territorio nacional y extraer a un capo de la droga sin que se dieran cuenta en Palacio Nacional o le informaran con antelación, de exhibir los nulos servicios de inteligencia mexicanos y permitir que el justiciable pudiera difundir una extensa misiva para denunciar los nexos del Ejecutivo de Sinaloa con criminales y la pérdida de la gobernabilidad en el estado, el inquilino de Palacio Nacional pretendió fallidamente jalar los reflectores al financiamiento que hacen agencias norteamericanas a la organización Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad por el simple hecho de, según él, atacar a su gobierno; no dice que sus informes sean falsos o que malversen los recursos recibidos, sino porque osan cuestionar a la 4T. La carta al demócrata Biden es sólo un distractor frente a los verdaderos problemas que enfrenta al final de su mandato, sobre todo en el tema de narcotráfico y la nula acción que ven los gringos para atacarlo, lo que a juicio de ellos demuestra la connivencia de los gobiernos con las mafias mexicanas. Aceptar la complicidad de los cárteles con el gobernador para hacerlo llegar al cargo con dinero ilícito sería como darse un tiro en el pie, por lo que prefieren apuntalarlo y que el problema le estalle al nuevo régimen.
Al final de su mandato, al tabasqueño le abollaron la corona y tendrá que cargar con lo que era evidente, un sexenio que perdió la gobernabilidad, dejó crecer el problema de las drogas por una encubierta complicidad, disfrazada de omisión, con la errónea estrategia de abrazos y no balazos; se va con 200 mil homicidios dolosos a cuestas, la sospecha de que su gobierno alentó la actividad ilícita de los traficantes a cambio de financiamiento, incluso de campañas, y de intervenir en las elecciones. Nunca resolvió el flagelo de los estupefacientes -sobre todo del fentanilo que tanto preocupa a los americanos-, ni logró que los sicarios depusieran las armas para agarrar tractores al día siguiente de su toma de posesión, como fue su promesa de campaña. Contrario a la narrativa oficial que proclama el regreso de la paz a las comunidades, la terca realidad demuestra que costará mucho devolver la seguridad y la tranquilidad social a nuestro país. No pasará a la historia como el mejor Presidente, sino como el responsable de un vacío de poder que propició el derramamiento de sangre en todo el territorio nacional.
Esperemos que las nuevas autoridades cuenten con una verdadera política pública de seguridad pública y combate al crimen organizado basado en el uso legítimo de la fuerza y una estrategia que contemple la inteligencia para la prevención del delito. Entonces sí retornará la paz.