La connivencia de los gobiernos
¬ Luis Ángel García lunes 19, Ago 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Ni los personajes de ciencia ficción cinematográfica o novelísticos como El Hombre Invisible, El Hombre sin Rostro, La Sombra, Fantomas —la amenaza elegante— o Arsene Lupin fueron tan exitosos en su anonimato como el mítico barón de la droga, Ismael “El Mayo”, Zambada o su lugarteniente Martín García Corrales, quien apareció torturado y muerto en la Elota, Sinaloa, y por quien el gobierno norteamericano ofrecía una recompensa de cuatro millones de dólares por su captura.
Los propios gringos dieron con el paradero de Rafael Caro Quintero, quien se escondió luego de lograr su libertad anticipada, acción que no gustó a la Casa Blanca y exigieron su recaptura, la cual se logró por la inteligencia y supervisión de la DEA en la Sierra de Durango. Dos veces se escapó “El Chapo” Guzmán de penales federales y sólo terminó su impunidad hasta que fue trasladado y juzgado en territorio norteamericano.
Todos esos líderes de cárteles mexicanos parecieron invisibles ante las autoridades mexicanas por años, mientras traficaban droga y creaban un estilo de vida “buchón” e ingresaban a las altas clases sociales. Ropa, música, fiestas, bebidas y festejos con artistas de renombre fueron el sello distintivo de los narcotraficantes. Las ilícitas actividades de las mafias no pudieron ser posibles sin la connivencia de funcionarios de todos los niveles. La fallida estrategia de “abrazos, no balazos” y el operativo de extracción de “El Mayo” Zambada confirman esa turbia relación entre gobierno y narcotráfico. Por años, los narcos transitan por el país con total impunidad, compran la complicidad de autoridades, policías y jueces, hasta que los vecinos del norte dan un manotazo en la mesa e intervienen directamente, entonces se materializan esos hombres invisibles y son detenidos o abatidos. Agentes del orden, ministerios públicos, militares o marinos, presidentes municipales, gobernadores o funcionarios federales fingen demencia y participan de la pérdida de gobernabilidad.
El episodio de la extraña detención de “El Mayo”—activo durante más de cuatro décadas en la venta de drogas— la muerte de ex rector de la UAS, Héctor Melesio Cuén, y la carta del otrora poderoso compadre de “El Chapo” evidenciaron la nulidad de los servicios de inteligencia nacionales, la omisión o complicidad de funcionarios y la torpeza en el manejo de situaciones de crisis que obligaron a los tan criticados montajes de videos.
Ya cayó la fiscal sinaloense por su burdo actuar, pero es necesario que el gobernador pida, cuando menos, una licencia al cargo en lo que se esclarece el caso, si es que ello llegara a ocurrir. En su tierra conocen de su cercanía con la gente de Badiraguato e incluso él declaró a un periodista que recurrió a ellos para lograr ganar su elección y negociar otros cargos de elección popular. En un Estado de Derecho eso era suficiente para exigir su dimisión, pero como aquí no se puede venir con que la ley es la ley, cínicamente confiesan delitos.
En el ocaso de esta administración ha salido a flote la evidente connivencia del gobierno con los criminales. Ojalá que al menos en esta ocasión actúen en consecuencia y no sea en vano el baño de sangre que han provocado y costado la vida de doscientos mil mexicanos. El nuevo gobierno tiene la palabra.