Pago de favores
Freddy Sánchez jueves 8, Ago 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Por si alguien lo dudaba: Arturo Zaldívar despejó dudas.
O al menos eso podrían pensar los que ven con resquemores la intención de los que se empeñan en la elección popular de magistrados y ministros del Poder Judicial.
Y es que ya lo dice un axioma: “A confesión de parte, relevo de prueba”.
O sea que si alguien confiesa una culpa no hace falta que el denunciante lo demuestre.
Algo por el estilo sucedió entonces con lo afirmado por el ex presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en relación a lo que podría significar el uso del voto popular para nombrar funcionarios judiciales de alta jerarquía.
Porque Zaldívar dijo una cosa y en opinión de algunos dio a entender otra correlacionada con el tema abordado.
En ese sentido es de señalar que el futuro coordinador de asuntos políticos del gobierno de Claudia Sheinbaum compartió públicamente uno de esos asuntos que es fácil de creer y de negar.
Se trata de lo que se podría catalogar como el habitual y comúnmente negado “influyentismo” político en los procesos legales para el nombramiento en cargos de poder.
Al respecto, lo que según información periodística Arturo Zaldívar aseguró fue que sin él la actual presidenta de la Suprema Corte de Justicia, Norma Piña, no habría sido ministra.
Además, el aludido en plan de reproche a su aparente “ahijada política” (Zaldívar exhibiendo a la señora Piña), agregó que “ya se le olvidó”. Obviamente, lo del supuesto “padrinazgo” para que ascendiera a los primeros niveles en el escalafón del Poder Judicial.
De manera que lo que se atribuye haber declarado al señor Zaldívar, algunos lo tomaron como una confesión y prueba al mismo tiempo de que los que influyen en los nombramientos judiciales aspiran a que “sus recomendados” se acuerden de por qué o gracias a quién están donde están en ejercicio de cualquier cargo de poder.
Así que, más allá de si lo que señaló Zaldívar de Norma Piña sucedió exactamente como lo dijo, exageró o mintió, la percepción que dejan sus palabras corresponde a lo que no pocos sospechan que ocurrirá si los futuros jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial antes de ser electos por el voto popular aparecen en una lista de candidatos, (como suele ocurrir con diputados y senadores), al gusto de uno o varios “padrinos políticos”.
Es decir los que se pueden dar el lujo de inducir la elección popular hacia personas de su confianza, prospectos para obedecer lo que les manden hacer cuando haga falta que lo hagan en un acto de reciprocidad entendido como pago de favores.