Democracia moribunda
Freddy Sánchez martes 30, Jul 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Entre una práctica democrática relativamente genuina y creíble y otra cada vez más falaz e inverosímil cambia o se niega a cambiar de manos el poder en el mundo.
México y Venezuela podrían servir de ejemplo.
Porque si bien surgieron suspicacias sobre el conteo de los votos que le dieron el triunfo presidencial a Claudia Sheinbaum, evidencias indubitables de un fraude cibernético no las hubo o fueron insuficientes.
Lo más que la oposición logró cuestionar, con razón (lo que sucedió a “ojos vistos), consistió en las quejas y denuncias por inducción al voto mediante la movilización a favor de Morena por parte del aparato público.
Con los programas sociales aparte, como medio para ganarle adeptos al gobierno de AMLO, los críticos de régimen no parecen equivocados al decir que hubo dinero a manos llenas de dudosa procedencia en las tareas proselitistas que le dieron un gran presencia a la candidatura presidencial de la 4T.
En ese sentido, cabe mencionar una diferencia notable con el proceso electoral que el gobierno de Venezuela ha querido dar por concluido con el anuncio de que el señor Nicolás Maduro ganó.
Y es que durante la jornada electoral, y poco después de cerradas las urnas dentro y fuera del territorio venezolano, adquirió proporciones incontenibles la idea colectiva de una derrota del régimen en turno hasta que se difundió la versión oficial diciendo lo contrario.
Y a partir de ese momento surgieron movilizaciones de protesta en diversas localidades de Venezuela y no pocos países en el mundo repudiaron lo que parecía un vuelco electoral amañado para favorecer el triunfo de Maduro.
En contraste, el tildado de dictador recibió el beneplácito de China y Rusia, dos grandes potencias, que junto a otros gobiernos reconocieron como válidas las elecciones felicitando efusivamente al ganador o recurriendo a un apoyo simplemente parco.
Algo por demás distante del enfático rechazo, dentro y fuera de Venezuela, derivado de la falta de credibilidad en los resultados, según el parecer de los que no “quitan el dedo del renglón” creyendo y denunciando lo que se ha dado en llamar “el fraude del siglo” contra la democracia.
Esa que en algunos países se resguarda con los necesarios contrapesos y órganos autónomos para hacer valer la voluntad popular en las elecciones y la que con pocos o nulos “vigilantes” que la cuiden, fácilmente resulta violentada y anulada por gobiernos seudo democráticos.
Algo como lo que pudiera haber sucedido en Venezuela, cuyo régimen político tal parece que se sustenta en una democracia moribunda.