El que nada debe nada teme
Armando Ríos Ruiz lunes 29, Jul 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Llamó mucho la atención que las autoridades de Estados Unidos no hayan informado una palabra a las mexicanas, de la detención del patriarca del narcotráfico en México, Ismael, El Mayo Zambada y que como siempre, el Presidente haya querido adornarse, aunque no encontró los elementos necesarios, con aquello de que el asunto fue un triunfo de ambos gobiernos, aunque no hayan participado ni la Secretaría de la Defensa ni la de Marina.
La reacción de los analistas y de las personas ligadas con la información, así como de ciudadanos que nada tienen que ver con estos quehaceres, fue en el sentido de que, si hubieran informado al gobierno, éste hubiera dado inmediatamente el pitazo al Jefe de jefes para que evitara su detención. Todo esto, en el imaginario de los mexicanos antes de conocerse más sobre la historia reciente que ha inquietado más a la clase política, empresarial y delictiva, que a la sociedad civil.
También se ha dicho que, aunque trate de ocultar las preocupaciones por lo recientemente acontecido, el Primer Mandatario ha dado en emitir todos los denuestos que su verborrea le permite, con suposiciones que en su manera de hablar se convierten en afirmaciones, como el caso de despotricar a diestro y siniestro en contra de la periodista Anabel Hernández, tan solicitada por sus conocimientos del tema, de los que ha investigado y escrito con profusión.
Esto llama mucho la atención porque, ¿a quién podría importarle lo que Anabel escriba, lejos de los que sólo quieren enterarse de sus averiguaciones plasmadas en un libro y disfrutar las narraciones para enterare un poco de lo asuntos que trata? A nadie. Sus lectores adquieren sus obras para lo anterior. Los que sí tienen motivos para preocuparse son los señalados en sus temas.
El Presidente ha repetido con insistencia que el que nada debe nada teme. Pero parece que teme bastante que Anabel esté asediada en este momento, tanto por periodistas y conductores de programas informativos de la Unión Americana como de México. Recientemente, después de la detención de El Mayo y de Joaquín López, hijo de El Chapo, dijo que “cree” que Anabel Hernández es informante de la DEA”.
Y si es ¿sería un pecado? ¿No que el que nada debe nada teme? ¿Acaso las leyes, tanto del vecino país como de México, no le permiten a cualquier ciudadano dedicarse a lo que desee, siempre que sea dentro de la legalidad? Lo que sí debería causarle vergüenza es permitir que, en todo el territorio nacional, el crimen se haya disparado a niveles insospechados gracias a su complacencia y, como también dicen, a su complicidad.
También rechazó en su mañanera haber hablado por teléfono con El Mayo y conocerlo, como afirma Anabel en uno de sus libros. Sin embargo, a un servidor le hicieron llegar una fotografía con la leyenda “Esta foto contiene más pruebas que cualquier carpeta de investigación.” Aparecen ambos personajes: el Primer Mandatario con el brazo por encima de lo hombros de Ismael.
Insistió en su mañanera: “Pero no es que la señora (Anabel Hernández) invente nada más, no solo es que tenga mucha imaginación, es que yo creo que la señora es informante de la DEA”. Y esto sí que es hablar por hablar y se nota cuando subraya “es que yo creo…”.
El sábado, un joven enterado de todo este acontecer, como la gran mayoría de los mexicanos, supongo, me decía que ha estado atento a la información, que por cierto se ha producido por toneladas, del desenvolvimiento del asunto y ha escuchado a muchos opinantes mexicanos y estadounidenses, así como a la periodista. Ha caído en la cuenta de que todo lo que ha dicho ha resultado cierto. “Esto es a lo que le teme este señor”.
El Ejecutivo ha dicho también que los opositores buscan debilitar a las instituciones, pero el país resistirá. De veras, no se mide. Afirma lo que él mismo hace. ¿Acaso no es cierto que cientos de instituciones han desaparecido por órdenes suyas y que inclusive con una que se convirtió en arma exterminadora: el sistema de salud?
¿No es el empecinado en desaparecer la Suprema Corte y convertirla en un aparato únicamente a su servicio o al de la supuesta científica, porque hay mucha corrupción? ¿Y en el Ejecutivo no hay? Pues que también acabe con él.