¿Probarán su inocencia?
Armando Ríos Ruiz viernes 26, Jul 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Con un pie ya en el estribo, rumbo a su rancho en Chiapas, el Presidente no ha dejado un instante de dar la nota discordante. La que alimenta a los periodistas. A los columnistas que no tienen que esforzarse para encontrar el tema del día. Es una manía que le resulta imposible desterrar, aun cuando esa actitud le provoca malestares profundos que despiertan su ira. Es como si sufriera una inmensa necesidad de atraer el palo que lo golpea.
Hace unos días anunció que sus hijos ya tienen permiso para dedicarse a la política, pero les pidió que demuestren que no son corruptos, pues fueron educados de otro modo. ¿Había necesidad de atizar ese fogón? ¿Dónde encontrarán elementos que reviertan lo que muchísimos mexicanos saben y creen sin más explicaciones que lo que oyeron y vieron en audios y videos que los acusan?
Antes, ¿se hubiera opuesto si alguien que no sea Andrés Manuel, conocido como Andy, hubiera deseado ocupar algún cargo público? Con toda seguridad, cualquiera de sus funcionarios le hubiera ofrecido el mejor de todos, con dispensa de asistir y con un magnífico sueldo enviado a su misma casa.
No necesitaban eso. Hasta hoy, nadie sabe de qué vive el hijo mayor, José Ramón. Pero todo mundo sí sabe que ha vivido como un hombre que se desenvuelve dentro del llamado jet set internacional, por sus frecuentes visitas a los centros vacacionales más exclusivos y por lo mismo, más caros del mundo, en donde no pudo pasar inadvertido, por la sencilla razón de ser el hijo de un Presidente que ondeó en todo momento la bandera del combate a la corrupción.
Sus hijos tendrían que ser forzosamente el más claro ejemplo para los mismos servidores públicos de su administración y para todo el pueblo de México, al que se ha dirigido repetitivamente -al último- para insistir en su combate a las malas mañas que se estilaban antes. Como en la época de Felipe Calderón, principal blanco de sus señalamientos más agresivos.
Probablemente, ocuparse en un trabajo hubiera significado maniatarse para conocer mundo y pasar una vida holgada y divertida. Seguramente fue más atractivo aprovechar estos seis años a un buen padre convertido en un hombre con un poder descomunal, cuya inmunidad puede transmitirles y servir, además, para que las instancias de investigación permanezcan ciegas y sordas.
Pero ¿cómo harán para demostrar que no es cierto lo que se ha escuchado en audios demasiado comprometedores, sobre, por ejemplo, la venta de balastro de cuarta para el Tren Maya, que podría provocar un descarrilamiento y de hecho ya ocurrió más temprano que tarde?
La verdad será una tarea difícil. Ni siquiera es suficiente que el mismo Presidente rete a sus opositores a que demuestren que sus hijos son corruptos. “Pruebas… que presenten pruebas, suele demandar a pesar de que se han exhibido a lo largo y ancho del territorio nacional, con voces del tal Amílcar Olán, que no ha sido lo suficientemente discreto para involucrar en sus pláticas a uno de los vástagos del Primer Mandatario.
Se le ha escuchado decir inclusive, que si el asunto pasa a mayores va a decir la verdad. Es decir, ha amenazado, seguramente para escuchar las palabras de consuelo de que no ocurrirá. De que su papá no permitiría por nada del mundo que el asunto llegue a los tribunales.
El Presidente afirmó: “a ver, corrupción de mis hijos, ¿pruebas? ¿Dónde están? Mis hijos no son corruptos y demuéstrenme lo contrario. Los desafío, porque si no… porque además ya lo doy por asentado, son unos viles calumniadores nuestros adversarios del bloque conservador. Porque así es la derecha en todo el mundo. Son muy falsarios. Muy hipócritas…”
Pues esta sería una vez más que intentarían desmentir a Latinus, el principal medio que hizo las investigaciones de los descendientes. En ocasión anterior lo intentaron, pero con argumentos vagos. El mayor dijo en una carta a manera de desmentido, que le daba flojera (escribirla). Mejor que no la presuma.