La herencia de Ney
Ramón Zurita Sahagún miércoles 17, Ago 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Las historias que se cuentan del gobernador de Nayarit, Ney Manuel González Sánchez, son muchas y variadas.
Varias de ellas se establecen por su prepotencia y negligencia para gobernar, sus excesos de protagonismo y los intentos por dejar como herederos del gobierno a su esposa o su cuñado.
Para Ney la familia es fundamental y en el ejercicio del gobierno lo probó con creces.
Su esposa Charo (Rosario) y su cuñado Raúl Mejía González, fueron llevados hasta el último intento para convertir a uno de los dos en candidato priísta al gobierno estatal, situación frustrada por la dirigencia nacional del partido tricolor que sabía, de prosperar esa propuesta, perderían esa porción de territorio.
Contra la voluntad del gobernador, Roberto Sandoval Castañeda, el popular alcalde de Tepic fue investido como abanderado del tricolor, contra la voluntad de Ney, quien sabía que de ganar Martha Elena García, la candidata del PAN, enfrentaría graves problemas.
La administración sexenal de Ney Manuel está llena de atropellos contra la ciudadanía y beneficios para la familia.
Abundan las historias y esta es una de ellas que merece ser contada:
María Teresa Peña González cuenta la odisea que le ha tocado vivir desde 2008 en que sufrió la sustracción de su hijo menor, Luis Enrique Mejía Peña.
El niño fue sacado de la escuela a la que asistía, sin consentimiento de la madre, por el padre, del que estaba en trámite de divorcio.
Es cierto que es una historia que se repite constantemente, pero la situación vivida por María Teresa se agudiza porque su todavía esposo (sigue el divorcio en trámite) resultó ser primo hermano de la esposa del gobernador y del senador Mejía González.
Por eso, se le cerraron todas las puertas de la justicia. El presidente del Tribunal Superior de Justicia de Nayarit, José Armando Gómez Árias, resultó ser consuegro de Salvador Mejía González, otro hermano de Charo y Raúl y por ende cuñado del gobernador.
La secretaria de la juez Segundo de lo Familiar, donde se ventilaba el juicio de divorcio, de nombre Karla Mejía Arciniega, es hija de un hermano de José de Jesús Mejía Mariscal, el esposo de María Teresa, por lo que todo tipo de trámite era bloqueada y más los referentes a la recuperación de su hijo Luis Enrique.
Viviendo el drama de la pérdida de uno de los tres hijos que tuvo con Mejía Mariscal, María Teresa buscó alternativas, solicitando ayuda al ombudsman de aquel entonces Óscar Herrera López (hoy procurador de Justicia), quien en lugar de atenderla la mandó con el presidente del Consejo de la Judicatura, quien al mismo tiempo fungía como presidente del TSJ, quien se burló de ella con un mensaje “jajaja, no te atendieron en Derechos Humanos y ahora dónde vas a ir, a la Comisión Interamericana”, le cuestionaba.
Empeñosa como es la jalisciense de nacimiento y empresaria buscó alternativas y recurrió al Instituto Nacional de la Mujer y a la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres (ya que durante su matrimonio fue objeto de violencia y maltrato por parte del esposo). El Instituto de la Mujer envió cartas al presidente del TSJ, solicitándole imparcialidad y justicia, mientras que la Fiscalía encontró diversas anomalías, que van desde bloqueos retrasos y violaciones procesales.
Pero eso no es todo, al hacer la denuncia de sustracción de menor, le fue requerida la presencia de su otro hijo, Erick Manuel Mejía Peña, a quien sometieron a sesión psicológica, sin la asistencia de la madre, ya que dentro del sitio se encontraban su padre y su hermano mayor, los que lo exhortaban a que se fuera con ellos.
El drama de María Teresa tiene más de tres años y no advierte solución ni al trámite de divorcio, ni a la recuperación de su hijo y ante todo vive amenazada e intimidada por autoridades y familiares del esposo, que en muchos de los casos son lo mismo.
Una ejemplificación de ello es que la sufrida madre acudió ante la familia de su marido con resultados negativos.
Primero buscó al senador Raúl Mejía González, primo hermano de su marido, cuñado del gobernador, quien le dijo que la iba a ayudar, pero le pidió que no hiciera público el asunto, porque se convertiría en asunto político y en forma intimidatoria le preguntó “no te da miedo eso”. Luego le comentó que tendría que ayudarla por debajo del agua, para que no lo odiara su primo José de Jesús, sin que jamás moviera un dedo.
También buscó a la hermana del senador y esposa del gobernador Charo (Rosario) Mejía González, a la que explicó la situación, obteniendo como respuesta que dejará las cosas en paz, pues su hijo quería estar con su papá.
Buscó también, mediante una carta, la intervención del gobernador Ney Manuel, sin que hasta la fecha, dos años después, hubiese recibido respuesta de la misma.
La esperanza de esta mujer para recuperar a su hijo, luego de tres años de frustración es que el gobierno de Ney se encuentra a punto de terminar, aunque tendrá que iniciar de nueva cuenta los trámites.
Su temor es que antes de que concluya, sus otros dos hijos, menores también, puedan ser sustraídos, con la ayuda de la corrupta justicia de Nayarit.
Como se advierte, los excesos y omisiones del gobernador González Sánchez fueron en todos los terrenos y no solamente en los terrenos de lucha contra la delincuencia, escasa obra y pocos beneficios para la ciudadanía.
Eso sí, milagrosamente consiguió que el candidato del PRI triunfara, a pesar de todos los pasivos que tenía en su contra.