Pacto con criminales
Freddy Sánchez martes 9, Jul 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Qué hacer que no se haya hecho ya en el plan de cambiar para mejorar la estrategia contra la inseguridad.
Hasta qué punto realmente se trata de una buena o mala elección de hombres o mujeres para erradicar o al menos disminuir sensiblemente la incidencia delictiva en el país.
En ese sentido, es de recordar dos métodos habidos en la persecución de las organizaciones criminales que pasaron de los balazos a los besos y los abrazos. Cuál fue el menos efectivo y no el que más pudo resultar eficaz podría ser la cuestión a dilucidar como primer paso para corregir y emprender las nuevas acciones requeridas.
Y es que dígase lo que se diga, ninguna de las dos técnicas institucionales mencionadas se escapa al señalamiento de sus propósitos fallidos. Un poder oficial dispuesto a usar la fuerza con firmeza o no hacerlo al grado de parecer permisivos con el delito y su violencia, prácticamente tuvieron los mismos resultados.
O sea, propiciar la reproducción de bandas de mafiosos cada vez más violentos y con un alto número de asesinatos en su haber despiadado y sangriento.
El hecho de que en el sexenio de Andrés Manuel haya habido más violencia con más vidas perdidas revela que la aparente “mano blanda” contra el crimen es peor que hacer uso de las armas contra delincuentes armados que matan sin escrúpulos ni piedad alguna. El caso es que como bien se sabe en esta modalidad anti crimen tampoco los resultados alcanzaron niveles verdaderamente satisfactorios.
De ahí la necesidad de poner en práctica lo que ponga a la autoridad como auténtica protagonista en la lucha contra la inseguridad.
La que de tiempo atrás provoca la proliferación de grupos dedicados a delinquir, (mediante grandes organizaciones con capacidades operativas altamente sofisticadas o pequeños entornos de delincuentes dispuestos a matar), que en su conjunto aparentemente han logrado rebasar la fuerza institucional para anular sus actividades.
Y en ese aspecto buscar alternativas que modifiquen el panorama nacional en aras de devolverle a México la posibilidad de vivir sin sobresaltos por el temor a la delincuencia que no da visos de desaparecer, sino, por el contrario, de perpetuarse, cualquier cosa que sirva habría que considerarla.
Sobre el particular, algunos incluso han llegado a sugerir ciertos acuerdos con criminales si a cambio dejan de cometerse algunos ilícitos y disminuye la violencia, lo que otros más bien proponen que se dé sin recato alguno para eliminar el delito sin importar cuántos delincuentes tengan que morir.
Sea lo que sea, lo que se deba de hacer es evidente que lo que no puede seguirse haciendo es consentir el delito violento como si existiera un supuesto o real pacto con criminales.