El PRI aprueba la reelección de Moreno Cárdenas, “hasta que la muerte los separe”
Miguel Ángel Rivera lunes 8, Jul 2024Clase Política
Miguel Ángel Rivera
De conformidad con la legislación electoral vigente, parece relativamente fácil organizar y registrar un nuevo partido político nacional. El problema central llega al momento de la votación, los ciudadanos no parecen confiar en ningún nuevo instituto político y entregan sus sufragios a quienes ya conocen.
La excepción a la regla parece ser el actual partido oficial, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que apenas el 9 de julio de 2014 Morena obtuvo su registro ante el Instituto Nacional Electoral (INE), como partido nacional y conquistó el gobierno nacional apenas cuatro años después.
En apariencia se trata de un ascenso casi meteórico, pero si se revisan antecedentes, en realidad, ese instituto político tiene una larga historia, que podría considerarse la más larga en la vida política nacional, mayor a la de los partidos considerados mayormente vigentes como son el Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), ya que en sus antecedentes está el Partido Comunista Mexicano (PCM) que apareció en la política nacional en 1919 y, a partir de entonces, tuvo reconocimiento oficial en algunos periodos, mientras en otros volvía a quedar fuera del elenco oficial, llegando inclusive a la clandestinidad.
Con todo y no tener registro, a inicios de los años 70 del siglo pasado, su candidato presidencial Valentín Campa, fue la única oposición al priista José López Portillo, pues ningún otro partido registró abanderado para la Presidencia de la República.
Los votos a favor de Campa —algunas fuentes le atribuyen un millón de sufragios— no fueron reconocidos oficialmente, pero se puede decir que el PCM recibió su recompensa luego de la reforma política conducida por Jesús Reyes Heroles, aunque no logró aparecer con su nombre histórico y se presentó como Partido Socialista Unido Mexicano (PSUM) y luego como PMS, antes de ceder su registro al PRD, que finalmente devino en Morena, cuando López Obrador se llevó todo.
Por el contrario, luego de la reforma que creó el Instituto Federal Electoral (IFE, ahora INE), en el periodo 1991-2018 han desaparecido un total de 25 partidos, a los que está en vías de sumarse el PRD.
Los únicos institutos políticos aparecidos en este periodo que se mantienen al lado de los históricos PAN y PRI, son el PVEM, PT y MC, que tienen un común ser casi patrimonio familiar y salvar su registro a base de alianzas con las fuerzas dominantes durante este casi cuarto de siglo, PAN, PRI y Morena.
Estos antecedentes vienen al caso por el que en principio parece poco alentador del arranque para formar un nuevo partido, con la convocatoria a los simpatizantes de la llamada “Marea Rosa” surgida en oposición a los intentos de Morena y satélites de tener el control absoluto de la política nacional, mediante el control de los tres poderes de la Unión y la eliminación de todos los órganos de control.
Sea porque los simpatizantes de la “marea rosa” todavía no se reponen de la arrolladora elección de estado que dio la victoria al oficialismo o sea porque se trata de ciudadanos reacios a la militancia partidista, el arranque de la nueva organización se dio en un marco poco esperanzador.
Lo que sería el evento fundacional fue convocado por el pasado sábado 6, en el Gimnasio Juan de la Barrera, sede que por sus dimensiones hizo aparecer más desangelado el encuentro, para el según los organizadores del Frente Cívico Nacional que se habían registrado mil 800 personas.
Ante la debilidad general de las oposiciones en México, es deseable que surja una organización fuerte, capaz de competir con Morena y sus rémoras que no cejan en su intento de tener control absoluto y aprobar reformas que, de momento, incluyen la transformación del Poder Judicial Federal, hasta ahora el único que ha logrado preservar su autonomía.
Para que esa nueva organización logre el registro necesita cumplir requisitos que, como apuntamos anteriormente, parecen fáciles de cumplir: celebrar asambleas por lo menos en 20 entidades o en 200 distritos electorales; que en estas asambleas participen 3,000 afiliados por entidad o bien 300 por distrito electoral. Se debe constatar que en las asambleas no participen organizaciones gremiales.
Reelección en el PRI ¿para qué?
Si crear un nuevo partido político nacional resulta una tarea difícil en las actuales condiciones, mucho más problemático parece ser devolver su antiguo esplendor a una institución que se desmorona paulatinamente.
Me refiero al histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI, antes PNR y PRM), cuyo declive es inocultable, situación que parece imposible de corregir, pues en lugar de consolidar la unidad interna, registra cada día nuevas divisiones que parecen condenarlo a una cercana extinción.
Para no ir hasta las épocas en que arrollaba en todas las votaciones, como evidencia de la acelerada caída basta con mencionar algunos resultados recientes:
En las elecciones presidenciales de 2012, el PRI, con Enrique Peña Nieto como candidato, obtuvo 16,231,456 votos. En comparación, en 2024, donde se sumó a la postulación de Xóchitl Gálvez, sólo consiguió 5,736,759 votos, una caída del 64.66%.
En 2018, con José Antonio Meade como candidato, alcanzó 7,677,180 votos (13.56% del total), pero en 2024 esta cifra disminuyó en casi dos millones de votos, reflejando una reducción del 25%.
Para la Cámara de Diputados, en 2018 el PRI obtuvo 9,310,523 votos (16.53%). En 2021, esta cifra disminuyó a 8,715,899 votos (17.73%), y en 2024, cayó a 6,574,223 votos (11.11%). Para el Senado, en 2018, el PRI alcanzó 9,013,658 votos (15.89%), pero en 2024 solo obtuvo 6,530,305 votos, representando el 10.8% del total.
Con todo y esos malos resultados, la actual dirigencia, encabezada por el exgobernador de Campeche Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, se aferra a los controles y, ayer, en Asamblea Nacional, aprobó mantenerse al control del timón.
La medida es inatacable legalmente. Como ha procedido durante su mandato que se inició el 18 de agosto de 2019, las acciones de Moreno Cárdenas se ejecutan conforme a los procedimientos que establecen sus estatutos. Algunas protestas elevadas ante el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal (TEPJF) han sido invariablemente rechazadas pues resultan inatacables legalmente.
Al margen de las cuestiones legales, también es de apuntar que el tricolor carece de liderazgos capaces de encabezar un proceso de recuperación de la grandeza perdida. Supuestas figuras van y vienen sin que su presencia o su ausencia impacten la fuerza o debilidad del partido.
Por ejemplo, el tricolor no ha tenido la capacidad de postular un candidato presidencial propio. Hace seis años “importó” a José Antonio Meade y en las recientes elecciones postuló a Xóchitl Gálvez, impulsada por el PAN, aunque no milita en ese partido.
Con todo, la corriente que respalda a Moreno Cárdenas operó con eficiencia y estableció las condiciones para continuar al frente del partido, como dicen los malpensados, “hasta que la muerte los separe”.
De acuerdo con las modificaciones aprobadas, Moreno Cárdenas podría despachar en la oficina principal del edificio de Insurgentes Norte hasta 2032, lo que mantiene abierta la posibilidad de cumplir su máximo anhelo de ser candidato presidencial.
Para ello, tendrá que vencer resistencias internas, como la expresada —aunque sin mucha convicción— por el secretario de Acción Política, de la también antes poderosa Confederación de Trabajadores de México (CTM), Juan Carlos Velasco, en el sentido de que la clase política pensante del PRI, está preocupada por el albazo preparado por Moreno para mantenerse en la silla del poder priista por 8 años más
El dirigente sindical dijo lo anterior antes de la Asamblea, en la cual más de tres mil delegados aprobaron por unanimidad la reelección.
Morena tendrá todo el resto, pero no el corazón del país
Si algún rincón del país se puede considerar su “corazón”, sin duda sería el Zócalo de la Ciudad de México, para para disgusto de la llamada Cuarta Transformación, por segundo trienio consecutivo, es histórico sitio quedará fuera de su control.
Esto, porque al Tribunal Electoral evitó el recuento de votos exigido por la “morena” Caty Monreal y con ello convalidó el triunfo de la candidata de la coalición PAN-PRI-PRD, Alessandra Rojo de la Vega.