Es buena idea la de Melissa
¬ Francisco Reynoso jueves 4, Jul 2024Triple Erre
Francisco Reynoso
Me gusta la idea de la diputada Melissa Vargas Camacho.
En el tercer foro público para la reforma judicial, en Toluca, la priista ex candidata a la presidencia de la capital choricera, propuso que se someta al voto popular la elección de los integrantes del gabinete de la Presidenta Electa, Claudia Sheinbaum Pardo.
Y ya encarrerado el gato, también se lleve a las urnas la designación de los principales colaboradores de los gobernadores y presidentes municipales.
Total, ironizó Melissa, los iluminados de la 4T llegaron a la conclusión de que la solución al problema de la corrupción en México es el voto popular, libre, secreto y democrático.
Tiene sentido la proposición de Melissa. La mayor incidencia de corrupción está en la burocracia de la administración pública. Usted va a cualquiera aduana del país y para realizar el trámite que sea, hasta para solicitar informes, le cobran una lana.
Y si acude a sacar una licencia sanitaria, un permiso de importación, un permiso para vender vinos y licores, para celebrar una fiesta de quince años con música viva, si quiere cremar a su muerto o trasladar el cadáver de la Ciudad de México a un pueblo de Michoacán o cualquiera otro estado, hay que entrarle con una lana.
Podrá pensarse que los corruptos son los funcionarios chicos, los de a pie, los oficinistas o ventanilleros. Pero en este país no se mueve la hoja del árbol sin la voluntad del jefe. Dice el otrora fiscal de hierro, Javier Coello Trejo, si el de arriba roba, los de abajo se lanzan sin inhibiciones sobre el ciudadano.
Y es que la corrupción tiene un principio hídrico fundamental: ¡salpicar!
Dice el presidente López Obrador que desde la llegada al poder de la 4T se acabó la corrupción.
¿Usted le cree…? Ni el mismo López lo cree. Habla de dientes para afuera.
Decía el maestro Roberto Blanco Moheno que la corrupción llegó a México, antes Tenochtitlán, con los españoles que capitaneaba Hernán Cortés.
Contaba que el primer hecho documentado de corrupción fue cuando Cortés torturaba a Cuauhtémoc para que le dijera dónde tenía escondidos los tesoros. Y es que por aquellos días no había colchones ni cajas de seguridad y Hernán ya estaba desesperado.
Y como Cuauhtémoc no hablaba español ni Cortés entendía la lengua indígena, llamó a un intérprete traductor. Refería don Roberto que el emperador azteca accedió a revelar su secreto porque ya no aguantaba los pies, no porque se los estuvieran quemando, sino por las reumas y las uñas enterradas.
Así que Cuauhtémoc dijo al intérprete el lugar donde había enterrado el oro, piedras preciosas y los Cetes. Y éste -según parece era moreno, no de afiliación política, sino de color de piel- llamó a Cortés y le tradujo: “Dice mi emperador que te vayas mucho a chiflar a tu máuser… que su dinero lo ganó con el sudor de su frente y prefiere que lo encuentren cuando se construya el Metro a entregártelo”.
Las consecuencias ya podrán imaginarlas. Hernán pasó por las armas a Cuauhtémoc y se quedó más pobre que un adulto mayor sin pensión del bienestar. Y el traductor en cuanto pudo sacó la lana y se la llevó a un paraíso fiscal y se compró una choza con alberca y aire acondicionado en la zona más exclusiva de Texcoco.
Desde entonces, la corrupción es requisito indispensable para ser funcionario público de cualquier nivel.. “Roba el de arriba… roba el de abajo”, afirma Coello Trejo. Y así es, ni más ni menos.
Segundo aviso…
La presidenta electa Claudia Sheinbaum contó el otro día que, atorada en el tráfico infernal de la Ciudad de México, aprovechó para leer las columnas políticas —seguramente las de DIARIOIMAGEN— y que en una —parece que en la de Ramón Zurita— le recomendaban que, ya de una buena vez, pintara su raya con Andrés Manuel.
“¿Ustedes creeeeeeen que debo pintar mi raya?”, preguntó la señora Presidenta. Y como su auditorio le respondió en coro: “¡noooooo… nuncamente!”, doña Claudia completó: “Sería como pintar la raya con el pueblo… ¡con el pueblo todo, sin el pueblo, nada!”.
Así que, López Obrado -al buen entendedor, pocas palabras- se queda en alguna habitación del Palacio Nacional. Y no porque el tabasqueño quiera, sino porque el pueblo bueno y sabio se lo ordena.
Cálculos encontrados
El senador Ricardo Monreal calculó que la elección de jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial costaría entre 3 mil y 3 mil 500 millones de pesos. El zacatecano dice que “por única vez”, pero como en el caso de los diputados o senadores, habrá que llamar al pueblo a las urnas cada cierto tiempo. Así que será otra raya más al tigre presupuestal que pagamos los ciudadanos.
Sin embargo, Claudia Sheinbaum tiene otros datos.
La Presidenta Electa contradijo a Ricardo Monreal. Informó que la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, le comunicó que la elección de jueces, magistrados y ministros tendría un costo no menor a los 7 mil millones de pesos.
Sean 3 mil 500 ó 7 mil millones de pesos, a juicio de López Obrador, cortarle las uñas a la corrupción judicial vale eso y más.
La verdad es la verdad
y no admite otros datos