De mentiras y de venganzas
Armando Ríos Ruiz viernes 28, Jun 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
El Presidente decidió o es posible que no se haya dado cuenta, cerrar su sexenio, con la expulsión de todos sus deseos de venganza, contra aquellos que no pudo someter durante los más de cinco años al frente del Poder Ejecutivo. Principalmente contra los periodistas que ordenó cesar en sus trabajos cotidianos y que encontraron refugio en otras empresas de comunicación, para arremeter con mayor fuerza en contra de quien les infligió el daño de dejarlos sin trabajo.
En su ejercicio político, siempre exhibió esa tendencia enfermiza a causar daño y a esperar que éste no produjera ninguna reacción en su contra. Como que el único que podía infligirlo era él, sin que sus víctimas acusaran el mínimo deseo de cobrar la afrenta con una obvia reacción de desquite.
Por eso, muchos psicólogos y personas que observaron sus actos, se interesaron en él y hasta acudieron a su historia dentro del seno familiar, para averiguar qué pudo haber pasado en su vida, que la trastornó de manera evidentemente dañina y que le indujo esos problemas de personalidad que le es imposible ocultar, pero que, gracias a la invención de una conferencia mañanera, él mismo ha dejado al descubierto, para que los científicos lo estudien.
Dos graves problemas fueron encontrados casi inmediatamente: su proclividad a las mentiras más aberrantes y su insaciable sed de venganza. Hay empresas que se dedicaron a contabilizar las primeras y después de un tiempo, registraron un promedio de casi 90 falsedades por soliloquio. Llamó la atención que, luego de proferirlas, no acusaba pena y ni siquiera intentó reivindicarlas.
Pero no se conformó con eso. Inventó además otro programa en las mañanas que se denominó Quién es Quién en las Mentiras, dirigido por una mujer de nombre Ana Elizabeth García Vilchis, pésima en esa conducción, que no hizo más que, como todos, seguir las directrices de su jefe, para acabar por convertirse en más mentirosa, que los periodistas señalados de tales.
Hoy, el Presidente continúa inmerso, tanto en las mentiras como en la persecución de los periodistas que no pudo reducir en el transcurso del tiempo. Loret de Mola y “Brozo” están convertidos en el principal blanco. Pero también la esposa del primero, quien nada tiene que ver en los asuntos que incomodan al mandatario, pero que, sin embargo, representa un punto vulnerable en el sentimiento del periodista.
Como le hacen los criminales: para que más duela a quien desean escarmentar, que arremeten contra sus hijos, que nada hayan tenido que ver con los actos de los padres. Pero tienen que pagarla como ejemplo para otros.
Por lo que se ve, es víctima además de una crisis severa de amnesia. Ha dicho que ni Loret ni “Brozo” forman parte de alguna investigación. No es necesario saberlo formalmente. Hace años que expresa cínicamente que se han enriquecido con su trabajo y eso parece dolerle mucho. Tal vez porque han revelado que sus hijos han aprovechado la Presidencia para hacer dinero ilícito, inclusive poniendo en peligro la vida de seres humanos, como ocurre con el inservible Tren Maya.
La reforma al Poder Judicial es otra venganza que debe dejar concluida antes de irse, porque su Presidente, Norma Piña, sólo cumplió con su deber de aplicar la ley. No hizo más que limitar los caprichos presidenciales absurdos y ridículos. Le hubiera gustado su aprobación, aun cuando eran jurídicamente inaceptables. Entonces no habría deseo de reformarlo.
Pero parece que no tendrá tiempo suficiente para cumplir con todas las revanchas que tiene en mente, que suman miles. Podría necesitar mucho tiempo para eso. Salvo que deje ese encargo a su sucesora y que ésta se preste a ejecutar los pendientes tan importantes que dejará en materia de escarmientos.
Quedarían aplazados los casos de Amparo Casar, así como cientos de otros en los que figuran académicos, intelectuales, estudiosos y analistas. Pero ahí dejará una de sus creaciones estrella: la gracia multiplicadora de los criminales, a quienes dispensó su derecho a multiplicarse y a hacer daño para su provecho.