No más AMLO
Freddy Sánchez jueves 13, Jun 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Qué tan cierto es que el poder suele ser una adicción en muchos casos incurable, progresiva y mortal.
Lo sucedido con los ex presidentes en México, (como en tantas otras partes del mundo), le da amplia credibilidad a esa idea.
De ahí la sana determinación de no apoyar la reelección presidencial.
Porque en distintos momentos en que se practicó una Presidencia más de lo permitido legalmente las consecuencias fueron más dañinas que positivas y, por lo mismo, desalentadoras y no alentadoras.
Así que en nuestro país convendrá honrar la costumbre de que los ex presidentes no deben “meter mano” en las acciones de gobierno de quien los haya sucedido en el puesto.
En ese tenor no podría ignorarse que cuando existe una relación amistosa y de afecto entre el que deja el mando y la persona que lo sustituye en la Presidencia es perfectamente entendible una comunicación propositiva en relación con los actos del gobierno en ejercicio. Aunque tal cosa, necesariamente amerita absoluta discreción y reserva, puesto que hay que evitar a toda costa que se piense que el que ya se fue sigue mandando lo que en otros tiempos ocurrió y terminó siendo negativo e insostenible.
Por lo demás, sobran razones para repudiar los regímenes en los que quienes detentan el poder en un país pecan de soberbios y de necios, negándose a dejar el mando a un sucesor y provocando habitualmente múltiples convulsiones sociales. Por ello es que, el más elemental sentido común sugiere no alejarse en México de la larga tradición de la no reelección presidencial.
Una cuestión que algunos han puesto bajo el “microscopio” del análisis político al plantear la posibilidad de que Andrés Manuel habiendo llegado a tener el gran poder que logró en estos seis años, no podrá cumplir su promesa de abandonar los quehaceres políticos. Sobre el particular, hay quienes no dejan de creer y decir que Claudia recibió el apoyo de AMLO, después de haberse hecho una minuciosa selección entre quienes mayormente podían mostrarse dispuestos a dejar que el gobierno estuviera a cargo más del que se fue que de quien pudiera llegar.
Las similitudes de pensamiento, de actitudes y de discurso entre ambos, dio lugar a que el Presidente saliente optara por quien, según ciertos observadores, le garantizaría tener un amplia influencia para decidir qué hacer o no hacer durante la nueva etapa de la Cuarta Transformación.
Así las cosas, dos posibilidades se vislumbran respecto al futuro trato entre Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador. En un caso de obediencia casi total para lo que el Presidente saliente se proponga realizar teniendo en su sucesora a la encargada de repartir sus órdenes y en el otro caso lo que puede suceder conforme se “enfríe” el trato entre ambos y la señora Presidenta se vea en la necesidad de ser ella y nadie más la que decida la última palabra en todo cuando deba realizarse durante su gestión.
En relación a esto último, algunos manifiestan dudas de que pudiera suceder en forma inmediata y otros por el contrario dicen que entre más pronto suceda será mejor para un cambio positivo en el estilo de gobernar al país.
De suceder, entonces, lo segundo lo conveniente podría ser que se den las condiciones para que Claudia Sheinbaum pueda ejercer sin sobresaltos el poder presidencial aplicándose el criterio de no más AMLO.