Hacia un nuevo sistema de partidos
¬ Luis Ángel García viernes 7, Jun 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Los resultados de los comicios del domingo pasado, más que ser utilizados para reclamar sin pruebas un fraude electoral, debiera mover a nuestros impresentables políticos a la reflexión sobre la necesidad de promover en el Congreso una moderna reforma política que vigorice nuestro pluripartidismo, pero que acabe con las organizaciones bisagra, satélite o rémoras. La democracia no puede ser rehén de esas instituciones que han prostituido el sistema político mexicano y que se venden al mejor postor, sin importar ideologías o conflicto de intereses.
Urge una reforma política para sacudirse no solo a esos vividores y mercenarios, sino para modernizar a los partidos grandes, hoy a punto de perder su registro como son el PRD y el PRI; no más salvamentos para el PT o el Verde Ecologista que hoy se alza como segunda fuerza política gracias a que vende caro su amor con quien más le convenga, o Movimiento Ciudadano, comparsa de la 4T.
Esa reforma política, como la inspirada por el ideólogo Jesús Reyes Heroles, la cual permitió la participación de los opositores en el Congreso aunque no hubieran ganado, gracias a los legisladores de representación proporcional -la cual ahora pretender acotar-, podría contemplar la segunda vuelta en las elecciones presidenciales cuando el candidato ganador no alcance el 50 por ciento más uno, lo que posibilitaría alianzas y evitar la influencia de los partidos esquiroles como Movimiento Ciudadano.
Esa nueva reforma debe formar candados para que los integrantes de los congresos no sean cuotas de poder de politiquillos, sindicatos, líderes de ambulantes o tianguistas, sino verdaderos políticos que alienten el debate parlamentario y que sepan cual es la función de un legislador para que no se conviertan en levanta dedos para aprobar iniciativas presidenciales o de bancadas. Habrá que recobrar la dignidad de la máxima tribuna del país y, aunque será difícil en esta nueva administración, hace vigente la división de poderes y los contrapesos constitucionales al Ejecutivo.
Es necesario reformar también nuestro presidencialismo, el cual por deformaciones en el sistema político, se convirtió en un poder omnímodo, omnipresente y omnipotente, lo que pone en riesgo la verdadera democracia, la vida republicana y la igualdad entre poderes.
También se debe contemplar el financiamiento a los partidos políticos y a las campañas y considerar el apoyo económico de particulares, porque estará a revisión el multimillonario presupuesto que sale de las arcas públicas, habrá que transparentar tanto el dinero fiscal como las aportaciones ciudadanas. Los tiempos oficiales tendrán que modificarse para no saturar a las audiencias en tiempos electorales y deberán aceptarse spots trasmitidos por los partidos.
Los nuevos partidos políticos deberán recobrar su esencia, representar posiciones ideológicas, ser el instrumento ciudadano para llegar al poder y formar un gobierno socialmente responsable que genere políticas públicas que resuelvan los grandes problemas nacionales y gobiernen para todos sin distinción de posturas partidistas. Como decía el alcalde madrileño Tierno Galván, las elecciones son para designar a la gente que debe resolver los problemas de la gente.
Acción Nacional y el Revolucionario Institucional tendrán que reformarse y si es necesario hasta cambiar de denominación; para ello se deben deshacer de sus actuales dirigentes y buscar una nueva imagen, con gente joven, sensible a las necesidades de los ciudadanos y hacer gestión social en favor de las comunidades.
Ese es el gran reto de las nuevas estructuras partidistas, ¿estarán dispuestas a realizar el cambio o podrán más los intereses personales, sectarios o de grupo? Llego la hora, ya no hay vuelta atrás, los partidos tendrán que transformarse y responder a una nueva realidad. El resultado de los comicios del pasado domingo así se los hace ver, el rechazo no fue a las fallidas estrategias de la 4T, sino a los partidos que no supieron congraciarse ni con su militancia ni con la gente. Si no queremos que avance el nuevo populismo, los partidos deben dar el salto. Es impostergable la nueva reforma política.