El despilfarrador
Armando Ríos Ruiz viernes 7, Jun 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Sin ningún recato. Sin estudios de la situación económica. Sin un mínimo de conciencia y con la seguridad de gobernar un país extraordinariamente rico, el actual Presidente inició su administración inmerso en una fiesta de derroche imparable. Todo, para conservar la veneración de sus admiradores, como bien apunta el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).
Tenía tanta urgencia de iniciar su mandato con el primer disparate, que inclusive antes de tomar posesión anunció la inmediata destrucción del aeropuerto de Texcoco, que competiría con los mejores del mundo. Que aliviaría la inmensa carga del Benito Juárez y que generaría una inmensa cantidad de divisas por diversas razones.
De acuerdo con el Consejo Coordinador Empresarial, tendría mayor capacidad de pasajeros. Generaría más de mil millones de dólares anuales. 450 mil empleos directos e indirectos para ocho municipios. Mejoraría costos para las aerolíneas y reduciría el precio de los boletos. Potenciaría la conectividad con otros aeropuertos mexicanos para la actividad turística y económica. Obtendría recursos de financiamiento de 150 mil millones de pesos de ingresos aeroportuarios del TUA y fibra E que se sustentan en mayor número de pasajeros.
Los costos de operación serían menores a los actuales, en un rango de 25 al 30 por ciento. Ya contaba con estudios sobre el funcionamiento hidrológico, aéreo, técnicos, de sustentabilidad ambiental y sus proyecciones económicas. Mantendría la reputación internacional para continuar recibiendo inversión extranjera y turística. Además, estaba muy cerca de la Ciudad de México.
¨Pero era fifí y además concebido por otras administraciones, desde Fox hasta Peña y pues hacía imperativo acabar con él y sustituirlo con una especie de central camionera en donde ya ni tlayudas venden, sin que importara un comino perder más de medio billón de pesos que fueron tirados a la basura por un Presidente acomplejado, que no podía darse el lujo de permitir semejante obra.
Así comenzó el festín, con una borrachera muy larga que habrá de terminar ya pronto y llegue quien llegue a sustituirlo, con una extraordinaria cruda que durará igualmente, muchos años. Reconstruir a México y recuperar lo increíblemente mal gastado por un mandatario con problemas emocionales y de raciocinio innegable, será realmente una tarea de titanes.
La genialidad inició a mano alzada. Se determinó que el aeropuerto debía desaparecer, pese a los avances de más de 30 por ciento y que a estas alturas, ya estaría en operación, lo que no ha logrado el sustituto, instalado allá, en otro continente, a donde para llegar hay que abordar otro avión.
El CEESP, pinta una realidad sobrecogedora sobre el estado de las finanzas públicas, y alerta sobre “la situación deficitaria que podría extenderse por algunos años más de mantenerse el partido actual en el poder”. Habla, asimismo, de insostenibilidad de las finanzas públicas, debido al cúmulo de compromisos contraídos con cargo al presupuesto, pero sin fondeo propio durante la actual administración.
Expone que, a lo largo del sexenio, el gasto total habrá aumentado 23.2 por ciento en términos reales, cuando un sexenio antes lo hizo en 8.4 por ciento. Se creó un importante número de programas asistenciales y proyectos poco o nada rentables social y económicamente. En esta administración se acumulará un déficit de 7.1 billones de pesos o más del doble que en el sexenio anterior.
No habrá recursos para obras insignia, pero los programas prioritarios permanecen y se estima que para 2025 tendrán un costo total de 1.3 billones de pesos, una quinta parte del gasto programable total.”
“Para 2024, el último año del gobierno en turno, se prevé un déficit total, considerando el concepto de Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP), de casi 2 billones de pesos, el cual es históricamente el más elevado.” Todo provocado por la mano de un resentido, sólo aplaudido por sus enamorados.