El futuro de la educación en el mundo
Luis Muñoz lunes 3, Jun 2024Segunda vuelta
Luis Muñoz
¿Qué dejó la pandemia de Covid 19 en materia de educación a nivel internacional?
He aquí un desglose de la situación y sobre el cual hace puntuales precisiones la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
A mediados de julio las escuelas permanecían cerradas en más de 160 países, algo que afectó a más de 1.000 millones de estudiantes de todos los niveles.
También, al menos 40 millones de niños de todo el mundo perdieron tiempo de enseñanza en su primer año de educación preescolar, un año fundamental para su aprendizaje y desarrollo.
Y no hay que olvidar que la educación es la clave para el desarrollo personal y el futuro de las sociedades, pues abre oportunidades y reduce las desigualdades.
La ONU sostiene que, además, constituye los cimientos de las sociedades informadas y tolerantes y es un motor fundamental del desarrollo sostenible.
Sin embargo, a pesar de las clases impartidas por radio, televisión y en línea, y de los mejores esfuerzos de docentes y progenitores, sigue habiendo muchos alumnos a los que no se ha logrado llegar.
Los alumnos con discapacidades, aquellos de comunidades minoritarias o desfavorecidas, los desplazados y refugiados y aquellos en zonas remotas, son los que corren mayor riesgo de que se los deje atrás.
Incluso, para aquellos que tienen acceso a la educación a distancia, los buenos resultados dependen de sus condiciones de vida, incluida la distribución justa de las tareas domésticas.
En pocas palabras, hoy vivimos un momento decisivo para los niños y los jóvenes de todo el mundo, aunque ya antes de la pandemia sufríamos una crisis de la educación: Más de 250 millones de niños en edad escolar no estaban escolarizados.
En los países en desarrollo, sólo la cuarta parte de los alumnos de secundaria dejaban la escuela con competencias básicas.
Ahora, dice la ONU, nos enfrentamos a una catástrofe generacional que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades arraigadas.
Las repercusiones que ello tendrá, entre otras esferas, en la nutrición infantil, el matrimonio infantil y la igualdad de género, son profundamente preocupantes.
Este es el telón de fondo del documento de políticas presentado junto con una nueva campaña con asociados en el ámbito de la educación y organismos de las Naciones Unidas llamada “Salvar Nuestro Futuro”.
Por eso es importante resaltar que las decisiones que los gobiernos tomen ahora, tendrán un efecto duradero en cientos de millones de jóvenes, así como en las perspectivas de desarrollo de los países durante decenios.
El organismo hizo hincapié en que antes de la crisis, los países de ingresos bajos y medianos ya tenían una necesidad de fondos no satisfecha para la educación de 1,5 billones de dólares al año.
Ahora, ese déficit de financiación ha aumentado.
Los presupuestos para educación se deben proteger y aumentar.
Y es fundamental que la educación esté en el centro de los esfuerzos internacionales de solidaridad, desde la gestión de la deuda y las medidas de estímulo a los llamamientos humanitarios mundiales y la asistencia oficial para el desarrollo.
Importante dirigir la acción hacia aquellos a los que es más difícil llegar.
Hoy el planteamiento es que las iniciativas de educación deben procurar llegar a aquellos que corren mayor riesgo de que se los deje atrás: las personas en situaciones de emergencia y de crisis, los grupos minoritarios de todo tipo, las personas desplazadas y aquellas con discapacidades.
Esas iniciativas deben ser sensibles a las dificultades específicas que enfrentan las niñas, los niños, las mujeres y los hombres, y deben buscar con urgencia cerrar la brecha digital.
Es importante no perder de vista que tenemos una oportunidad generacional de reimaginar la educación y la enseñanza. Podemos dar un salto y avanzar hacia sistemas progresistas que impartan educación de calidad para todos, como trampolín para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Para lograrlo, necesitamos invertir en la alfabetización y la infraestructura digital, evolucionar hacia el aprendizaje de cómo aprender, revitalizar el aprendizaje continuo y reforzar los vínculos entre los sectores formal e informal de la educación.
Debemos también aprovechar los métodos de enseñanza flexibles, las tecnologías digitales y la modernización de los planes de estudios, velando al mismo tiempo por que el personal docente y las comunidades tengan un apoyo sostenido.
El documento también indica que ahora que el mundo enfrenta niveles insostenibles de desigualdad, necesitamos la educación -el gran igualador- más que nunca.
Debemos tomar medidas audaces ahora, a fin de crear sistemas educativos de calidad, inclusivos y resilientes, adecuados para el futuro.
En México, de acuerdo con el Ceneval, la educación es un tema que genera preocupación debido a la falta de acceso y calidad. Por ello es necesario seguir trabajando para mejorar el acceso y la calidad de la educación.