Economía
Alberto Vieyra G. martes 28, May 2024De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¿En el sexenio de los “abrazos y no balazos”, cómo anda su economía? ¿Es real que en el sexenio de AMLO se haya acabado con la miseria y que todos seamos felices, felices, felices…?
Para endulzar los oídos de sus chairos, AMLO jura y perjura que la economía azteca es una chulada bien chula. Que no hay devaluaciones; que la inversión extranjera es otra chulada; que con los programas sociales se acabó la pobreza en México; que el fortachón peso mexicano es el mejor del mundo; que el incremento de las remesas de connacionales en Estados Unidos es otra chulada porque cada día van en aumento; que la inflación nos está haciendo lo que el aire a Juárez y que en este sexenio no hubo endeudamiento de las finanzas públicas.
Voy por lo último. Claro que hubo un monstruoso endeudamiento por más de 2 billones de pesos en el año de Hidalgo o de Carranza; claro que hay aumento de las remesas porque la incontenible inflación se está tragando la economía de los mexicanos más fregados y por ello nuestros paisanos que se encuentran en Estados Unidos envían más dólares para que les alcance a sus familias y de no ser por el incremento de esas remesas, a AMLO ya le habría tronado el cohete, ah, pero eso sí hace caravana con sombrero ajeno.
En fin, AMLO jura y perjura que México va bien, requetebién, pero como AMLO contabiliza ya más de 110 mil mentiras yo ya no le creo ni el bendito. Pero a usted que mantiene a una familia y que sabe que se tienen que pasar las de Caín para comprar lo necesario para comer, yo le pregunto: ¿si le alcanza para su gasto?
Fíjese usted que, en mi caso, antes de la pandemia me daba gusto ir al mandado, pero ahora me da pánico y estoy como la patita de Cri-Cri, que ya no va al mandado nomás de ver tan caro que está todo en el mercado. Ya no alcanza ni con el doble y es que durante la pandemia todo se fue a las nubes sin que hubiera un Presidente de la República que dijera “un momentito, aquí señores hambreadores, primero los pobres”.
Por si fuera poco, los comerciantes se vieron obligados a disparar los precios sobre todo en aquellos casos en que las mafias criminales le dieron al deporte de las extorsiones y el cobro de piso, encareciéndolo todo.
¿Y el gobierno? Bien, gracias.
AMLO nos prometió bajarnos el Sol, Marte y las estrellas en pleno día y que la gasolina bajaría a 10 pesos, pero niguas, al contrario, no ha dejado de elevarse su precio por el aumentando de los impuesto a las gasolinas, lo que le permitió al Presidente de la República recaudar en los primeros 4 meses de este año más de 1 billón de pesos para que él y su pandilla se vayan cargados pal’ norte y también pal’ sur.
Pero también aumentó el impuesto predial, el agua, aunque no haya agua, el pago de tenencias, las verificaciones, la expedición de licencias, de pasaportes, de actas de nacimiento y cualquier otro trámite oficial.
Eso sí, jamás sabremos los mexicanos cuánto se gastó AMLO en el “trenecito falla”, en la refinería Dos Bocas que no refina ni un litro gasolina, en un inservible aeropuerto Felipe Ángeles y en todas sus inservibles obras sexenales porque por sus pistolas decidió que la información de rigor fuera guardada bajo siete llaves como una cuestión estratégica para que sus críticos y deslenguados periodistas no lo critiquen, porque él quiere pasar a la historia como un Dios, como un presidente que convirtió a México en pejelandia.
Pero la economía en la era AMLO nos está pegando donde más duele: en el bolsillo. Y me asalta una recanija pregunta: ¿Usted cree que un gobierno muy popular, pero muy maleta para gobernar merezca el refrendo del voto de los mexicanos en favor de su “corcholata” Claudia Sheinbaum, quien acatarra con un supuesto fraude electoral, que por ciento hoy se maquila desde Palacio Nacional?