Fraude, más urgente que comer
Armando Ríos Ruiz viernes 24, May 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
No sé si Claudia Sheinbaum, candidata a la Presidencia, es tan profundamente ingenua, que cree fehacientemente, con verdadera devoción, las cifras que le aporta el patrón en materia de combate al crimen, que son las mismas que elabora su flamante secretaria de Protección Ciudadana, la periodista Rosa Icela Rodríguez, pero a petición del mismo personaje.
De acuerdo con sus números, los abrazos ya rinden frutos y México es el paraíso terrenal, en donde la paz campea en todos los rincones, mientras el gobierno prodiga las soluciones a las carencias ancestrales y en donde los mexicanos son los más afortunados habitantes del planeta, por este milagro.
No sé si la señora sólo atiende a la enseñanza recibida durante muchos años de permanecer al lado de un mentiroso compulsivo y ya se contaminó, al grado de proferir mentiras más rápido que los disparos de una ametralladora, convencida de que, quien las escucha, también las cree.
No sé si lo dice como tema de campaña, que sirve para mantener con la boca abierta a sus simpatizantes que le creen todo sin hacer la mínima reflexión. El chiste es que parece convencida de todas sus patrañas.
Pudimos advertir esa conducta durante el último debate que pregona a diestro y siniestro haber ganado, en el que muchos vimos lo contrario. A una mujer pasmada por falta de imaginación y de conocimientos, además de evasiva, por no tener las respuestas adecuadas. No fueron pocas las veces que dijo que no contestaría para no caer en provocaciones, como repite su jefe.
Las ocasiones que la han entrevistado presume haber ganado el debate, igual que los dos anteriores. Pero un mudo no puede ganar un pleito de esta naturaleza, en el que la información, el ingenio, la inteligencia y el verbo, con mayor razón, juegan su mejor papel. Estos son precisamente los elementos que le hacen falta. Ya no sólo para debatir, sino, con más urgencia, para gobernar.
En una entrevista habló de los grandes logros en esta administración, gracias a que se han atendido las causas (con abrazos), sin disparar una bala. Habló también de cómo ella misma abatió los índices de delincuencia en la Ciudad de México, que por cierto arde con más fuerza cada día, envuelta en crímenes y extorsiones impuestos por las numerosas bandas de matones y con un jefe policiaco profundamente desconocedor de los problemas citadinos.
Ahora se presenta con supuestas credenciales que la convierten en la idónea para gobernar, cuando arrastra una cadena de fallas por negligencia, que costaron la vida a muchas personas en dos ocasiones que tuvo oportunidad de desempeñar cargos importantes, como delegada en Tlalpan y como jefa de gobierno en la Ciudad de México, en donde mostró su nefasta incapacidad.
La señora y su jefe hablan de una presunta solución de la situación criminal, mientras los mexicanos vemos asesinatos por todos lados y hoy, gracias a las campañas, de más de 30 candidatos de todos los partidos a manos de esas bandas que se alquilan para quitar de enfrente al enemigo político.
Pero frente a sus supuestos logros se contraponen otras instancias no gubernamentales y por esta única razón dignas de crédito —porque no tienen necesidad de inventar—, que nos dicen que todo el país está a merced de las organizaciones criminales que han evolucionado y ahora han impuesto una serie multiplicada de negocios redituables, con la fuerza de sus poderosas armas.
Por si fuera poco, cada día se sabe de investigaciones en el país vecino del norte, por razones de vecindad, con gran preocupación de la ola delictiva en México, que lo afecta. Esto ha despertado la sospecha de que la presunción de bienestar puede acabar con el encarcelamiento de los que hoy mandan aquí.
Por eso es necesario cometer el fraude electoral en junio, que para muchos ya está cocinado, si las condiciones no favorecen naturalmente a Morena. Porque el poder político puede influir para evitar la acción de la justicia en su contra, que los vecinos han ejecutado en otros mandatarios latinoamericanos delincuentes.