Políticos asesinos
Freddy Sánchez martes 14, May 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Los cárteles del crimen, aparentemente, pasaron de las disputas por zonas territoriales a tratar de tomar el control de los grupos políticos en México. Acaso esa es la razón de las intimidaciones y crímenes contra actores de la política.
Y en ese tenor, las organizaciones delictivas podrían estar detrás de cada caso en el que algún personaje del entorno electoral que se observa actualmente es víctima de amenazas y cuando estas fallan se ordena su ejecución.
Sobre los sucesos mortales en contra de políticos puedan elucubrar distintas hipótesis, pero una de éstas no puede ser ignorada. Porque, es evidente que el respeto por la vida de los practicantes de la política se perdió completamente.
El antecedente del magnicidio que segó la vida de Luis Donaldo Colosio abrió la puerta, hace treinta años, a la barbarie contra los políticos, que no se veía sino muchos años atrás, y lo mismo dejó de verse un largo plazo después hasta que en los últimos dos o tres sexenios volvió a hacerse presente esa furia asesina imparable.
En ese contexto, es pertinente señalar que especialmente en los tiempos que corren privar de la vida a los hombres o mujeres dedicados a la política pasó de lo excepcional a lo ordinario.
De ahí que aquella letra de la canción que dice: “allá en mi León Guanajuato la vida no vale nada”, no sólo es una dolorosa verdad en dicho lugar, sino en varios estados de la República Mexicana, en donde los operativos institucionales en materia de seguridad parecen haber fracasado rotundamente.
Una afirmación en contrario se antoja falsa de toda falsedad.
Aunque, eso sí lo que tantas veces se ha dicho desde el aparato federal de que la violencia de los grupos delictivos comenzó y cobró intensidad en regímenes anteriores es absolutamente cierto, como también que en esta administración los cárteles siguen siendo igual o más poderosos y temibles que antes.
La versión oficial no niega que las mafias se han hecho virtuales dueñas de ciertos territorios, sino que lo confirma lo que se dice en torno a que donde una organización criminal tiene presencia sin competencia rival suceden menos hechos violentos, a diferencia de aquellos lugares en los que existen “rebatiñas” sangrientas.
Los dos principales cárteles, el de Jalisco y Sinaloa, que suelen darse el lujo de hacer despliegues de su poderío bélico sin que los enfrente el poder público, acreditan que dichas organizaciones y varias más de menor poder de violencia “parten en queso” y tácitamente se han adueñado de los espacios que han querido.
Ahí donde imponen “su ley”, practican a placer su violencia y cobran derecho de piso como si fuera una carga fiscal.
Así que es de imaginarse que algunos o muchos políticos han optado por pactar con esas agrupaciones dedicadas al delito, a cambio de beneficios económicos y para evitar represalias contra ellos y sus familias.
Lo de “plata o plomo”, supuestamente es la ruta de la colusión de ciertos políticos con el poder que representan actualmente los grandes grupos delictivos.
Sobre el particular existe la presunción de que las alianzas de la política con el crimen son actualmente una moneda de cambio que ha venido acompañada de tratos inconfesables para eliminar a los adversarios incómodos de la política. Y esto podría estar alentando la ejecución de crímenes políticos orquestados por políticos asesinos.