Apagones en 21 estados, pero el Tren Maya tiene su planta con capacidad para una ciudad
Miguel Ángel Rivera martes 4, Jun 2024Clase Política
Miguel Ángel Rivera
El 25 de junio de 2019, el entonces todavía “recién estrenado” presidente Andrés Manuel López Obrador, de gira por Yucatán, anunció la construcción de una planta eléctrica para terminar con apagones en Yucatán.
Con esas declaraciones, el político tabasqueño implicaba que sólo esa península tenía alguna limitación en el aprovisionamiento de energía eléctrica, sin que hubiera carencias en el resto de la República y, en consecuencia, estaba alejado el riesgo de suspensiones del servicio, lo que conocemos popularmente como “apagones”.
Ahora, a menos de cinco meses de que concluya su mandato, los cortes de energía alcanzan a 21 estados de la República. Oficialmente, las suspensiones se atribuyen —como la alcaldesa de Acapulco Abelina López para justificar la inacción de su gobierno ante los saqueos después del embate del huracán “Otis” en Acapulco— a “la calor”.
Es cierto que México y gran parte del mundo enfrentan un trastorno del clima que se ha reflejado en aumentos inusitados de la temperatura ambiente, pero en nuestro país la situación se agrava por dos factores que corresponden íntegramente al gobierno de la llamada Cuarta Transformación: uno, el negar el fenómeno del cambio climático por efecto de la acción del hombre y, dos, una errada política en materia energética.
En julio de 2019, el diario El Universal publicó un artículo de Leonardo Domínguez que sostiene:
“El calentamiento global es innegable. El aumento de la temperatura modificó la distribución del sargazo y provocó que grandes cantidades lleguen a las costas del Caribe mexicano. Sequías cada vez más intensas azotan al campo: el pasado junio, de los 217 municipios de Puebla, 115 reflejaron algún grado de sequía. Hace 15 días, la ciudad de Hermosillo registró temperaturas de hasta 48° centígrados, lo que la colocó como la localidad más caliente del planeta. A pesar de ello, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador contempla apostar por la quema de carbón, uno de los combustibles que más contamina.
“En 2015, México emitió 683 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) equivalente a Gases de Efecto Invernadero (GEI), de acuerdo con el último Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero. Es el segundo mayor emisor en América Latina y doceavo a nivel mundial”.
Dos años después, en noviembre de 2021, a propósito de la reunión internacional de la Conferencia de las Partes (COP), el organismo que reúne a las naciones interesadas en contener el calentamiento global —evento al cual no acudió el presidente mexicano— López Obrador propuso poner fin a la “hipocresía” que, según él, refleja la conferencia de la ONU sobre el clima.
“Ya basta de hipocresía y de modas, lo que hay que hacer es combatir la desigualdad monstruosa que hay en el mundo”, indicó el mandatario izquierdista en su habitual rueda de prensa, reportó la agencia alemana Deutsche Welle (DW), la cual precisó que el gobernante mexicano criticó la incongruencia de las potencias mundiales que, a su juicio, están “aumentando la producción de petróleo (…) al mismo tiempo que están llevando a cabo estas cumbres para la protección del medioambiente”.
De esta manera, en los hechos, el político tabasqueño desatendió los llamados Acuerdos de París (AP), suscritos por 194 países, incluido México, en un esfuerzo por salvar al planeta.
En esa oportunidad, las naciones acordaron reducir las emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI) para mitigar el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2 °C.
Allí, el gobierno mexicano se comprometió para 2030 a disminuir 22% las emisiones de GEI y 40% de contaminantes como carbono negro, que se produce por la combustión incompleta de productos derivados del petróleo.
“Sin embargo, la construcción de una refinería en Dos Bocas, Tabasco, y una termoeléctrica en Huexca, Morelos, van en dirección contraria a esas metas”, añadió DW.
Si seguimos como ahora, en el futuro estaremos muy mal. Tenemos que alcanzar mínimo las cifras que acordó México en el Acuerdo de París”, expresó el doctor Luis Pedrero sobre el uso de energías renovables en México en un ensayo publicado por el Tecnológico de Monterrey (plantel Toluca), en noviembre de 2021.
El científico recordó que, según la Secretaría de Energía (Sener) en el país existe infraestructura para generar energía renovable en un 31%, pero no significa que ese sea el porcentaje que se genere continuamente.
El doctor Pedrero explicó que muchas veces los sistemas de obtención de energía limpias son relevados por energías tradicionales por su intermitencia. “Se dice que hay intermitencia porque por ejemplo, una celda solar no recibe sol durante la noche, entonces deja de producir energía.
“Para solucionar esto, existen sistemas de almacenamiento de energía, pero no están muy desarrollados. Se necesita seguir mejorándolos para utilizar energías renovables las 24 horas”, explicó el especialista.
A poco más de tres años de distancia, las evidencias ponen de manifiesto que el sistema eléctrico nacional no tiene capacidad para generar o almacenar suficiente energía para afrontar “picos” en la demanda.
Esto nos lleva a errores en la planeación del crecimiento y la operación del sistema eléctrico nacional.
Por cuestiones ideológicas, el gobierno de López Obrador ha centrado esfuerzos en concentrar el futuro energético de la nación en dos instituciones, Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE) y marginar a los particulares, sobre el principio de asegurar la soberanía nacional sobre esos recursos.
Desafortunadamente, las acciones de la administración encabezada por el inquilino de Palacio Nacional, en vez de cumplir con ese cometido, han puesto en riesgo la existencia misma de las dos “empresas nacionales” que teóricamente son propiedad de todos los mexicanos.
Para empezar, al contrario del resto de las grandes empresas petroleras del resto del mundo, Pemex en vez de aportar utilidades se ha convertido en un barril sin fondo, que anualmente devora enormes cantidades de dinero que no logran rescatarla de la condición de la compañía del ramo más endeudada del mundo.
Esto se debe a que se ha desplomado la producción de petróleo crudo –principal artículo de exportación de Pemex– y las refinerías mexicanas no son capaces de generar productos atractivos para los mercados nacional o mundial, pues la mayor parte de lo que sale de esas plantas es combustóleo, una materia contaminante que, literal, nadie quiere ni regalada.
Con bombo y platillo, el gobierno de la llamada Cuarta Transformación anunció la compra del total de la refinería “Deer Park”, ubicada en Texas, que era propiedad a mitades de Pemex y de una empresa privada de los Estados Unidos.
Con orgullo, se destacó que esa planta era ya propiedad nacional.
Nada que objetar en ese sentido. Lo lamentable es que la compra no agregó ni un litro a la producción nacional de gasolinas, pues el total de lo procesado en “Deer Park” ya se consumía en nuestro país, antes de la rumbosa (y costosa) adquisición.
Lo mismo sucedió en el sector eléctrico. También con gran estruendo se dio a conocer la adquisición de 13 plantas de la muchas veces repudiada empresa española Iberdrola, con una inversión de 6,200 millones de dólares.
En apariencia, un buen negocio para Iberdrola, que lo presumió en el resto del mundo como una de sus mejores operaciones.
Para México sólo quedó el orgullo se presumir que esas plantas son de su propiedad, pero los expertos las consideran “viejas” y, lo peor, no agregan ni un kilovatio a la red nacional de electricidad, pues antes de la compraventa, ya entregaban el total de su producción a la CFE.
¿Y los apagones en Yucatán?
En febrero del año anterior, la revista especializada Energy&Commerce publicó en febrero de 2023 una nota donde informa que CFE construye no una, sino dos centrales eléctricas en la Península.
Lastimosamente cabe aclarar que todavía no entran en operación. Estarán listas, si no hay contratiempos, en noviembre de 2024 y enero de 2025.
Eso sí, para el Tren Maya, la CFE ha construido todo un sistema eléctrico en la selva de la península. “Es equivalente a construir otra vez Mérida, que tiene una población de más de medio millón de personas”, dijo Manuel Bartlett.
Hay de prioridades a prioridades ¿no?