La nueva Constitución de Claudia
Armando Ríos Ruiz miércoles 8, May 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
¿Por qué el presidente desea con vehemencia ganar otra vez la Presidencia de México? Porque es él mismo quien está en campaña. Es él mismo quien volvería a realizar el papel de primer mandatario. Es él mismo quien volvería a reanudar o a continuar, mejor dicho, la destrucción iniciada hace seis años y a completar su propósito malsano de llevar a México al comunismo más rancio. Al que acabaría con toda, absolutamente toda la propiedad privada.
Y lo anterior y más, lo conseguiría con el voto de los mexicanos que no son capaces de leer una letra siquiera, de todas las verdades que se publican en las redes sociales, que no en los diarios más importantes del país, por estar, hoy por hoy, vendidos a Morena. Esos enamorados cómplices ayudarían a asestarle la puntilla a México, sin concebir que pronto se convertirían también en sus víctimas incrédulas y arrepentidas, sin ninguna opción de volver atrás.
Algunos lo han repetido a lo largo de este sexenio: “nos engañó con la verdad. Pero en la realidad, los entregados en cuerpo y alma a Morena son los que se engañan solos. Diariamente repite la candidata Claudia Sheinbaum, que necesita ganar la elección de manera abrumadora, para ganar también el Congreso y así imponer esa nueva Constitución escrita para acabar de hacer pedazos a México y con todas sus libertades. Es cuestión de leerla un poco.
Basta distraerse unos minutos y si eso significa perder el tiempo, pues perderlo para leer algún párrafo e informarse de las intenciones aviesas del mamotreto, que significan acabar hasta con la voluntad de los mexicanos. Dejar de regir sus vidas de acuerdo con su libre albedrío, para someterse a la paternidad enfermiza de quien se convertirá plenamente en el rector y dueño absoluto de nuestras vidas. De nuestras voluntades y hasta de nuestros bienes.
Claudia la publicita. ¿Pero alguien creería que a ella se le ocurrió escribir esa destructiva constitución? Obviamente que quien la ordenó o quien instruyó tuvo que ser un hombre tan perverso como ella, que sabe que tiene quien apruebe sus actos y que a través del tiempo que lleva en la cima del poder, se ha dejado ver con mayor cinismo cada día. Es abiertamente obediente al Foro de Sao Paulo, que entre muchas ruindades aconseja empobrecer al máximo un país. Quitarle medicinas y otros actos parecidos, para luego someterlo a capricho.
En estos primeros años de gobierno ya adelantó bastante, pero aún falta asestar el golpe mortal. Como cambiar los mecanismos que aún funcionan como contrapeso en la Suprema Corte, que tanto le estorban y otras acciones parecidas que, de ganar las elecciones y el Congreso, podría lograr sin ningún problema.
La nueva Constitución está perfectamente diseñada para eso. Quienes la elaboraron captaron fielmente los deseos del próximo dictador y seguramente, los nuevos constituyentes, fieles al mandato del verdugo de México, la aprobarían sin cambiarle una coma. De acuerdo con el estilo conocido y también muy conocido el proceder de esos legisladores sometidos. Ignorantes y siempre dispuestos a cumplir con el último capricho de su dios.
Pero esos enamorados del Presidente, que los hay clase medieros con logros de su esfuerzo, como la compra de sus viviendas ¿estarían dispuestos a perder lo que han conquistado con su propio esfuerzo o sólo se limitarían a decir: “no creo en eso”? ¿Están desde ahora dispuestos a permitir que el nuevo gobierno se convierta, de la noche a la mañana en el nuevo propietario, con derecho a decidir a quien se la vende o concesiona, como dice el nuevo catecismo?
Dice que el dueño de México —que en este sexenio demostró sentir que lo es— podrá decidir, en caso de venta, a quién la entrega. Los herederos tendrán prioridad. Pero si el vendedor decide que ninguno la merece, podrá disponer a su antojo. O sea, que quienes hemos trabajado y acumulado numerario suficiente para hacernos de una propiedad, dejaremos de ser los legítimos propietarios.
Lo anterior es sólo sobre un asunto. Pero el nuevo modelo está plagado de situaciones así, desde el inicio hasta el final.