La paja en el peje
Armando Ríos Ruiz viernes 3, May 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Indudablemente, entre los múltiples defectos del Presidente. O entre los más notorios por estar empecinado en exhibirlos él mismo, todos los días desde su púlpito mañanero, está en su haber el de la fijación. Prácticamente no hay momento de todos los días que no recuerde a Felipe Calderón, como al Presidente que dio entrada a todos los males que padece nuestro país.
En su mente existe un pasado que sólo admira la presidencia de Luis Echeverría, a la cual desearía con vehemencia volver, corregida y aumentada con sus propios desatinos. Con un autoritarismo ilimitado para el cual habría que destruir más instituciones y leyes y volver a imponerlas para la atención exclusiva de todos sus caprichos. Como elaborar una nueva Constitución, cuyo contenido esté totalmente a su servicio, pero profundamente nocivo para los mexicanos.
Durante estos largos años de la Presidencia en manos de un hombre calificado por millones, de poco cuerdo y con serias limitaciones, con claros visos de desajuste por los traumas contraídos desde su niñez, que mucha gente conoce y que por cierto comenta cuando quiere condenarlo con certeza, no ha parado de repartir culpas y de afirmar que los males que ahora vemos son todos heredados.
Obviamente, vivimos en un planeta dotado con uno de tantos mecanismos que se llama tiempo y que las cosas se suceden a cada instante. La Presidencia de un país está sujeta a sus efectos y hereda a los subsiguientes mandatarios, aciertos y errores. No podemos pensar en que uno solo en el mundo pueda transferir únicamente lindezas, para comodidad absoluta de quien lo remplace.
Pero sucede que, en su afán de denostar todos los días al ex Presidente, que no es precisamente santo de mi devoción, hace recordar que quien lo critica es peor y lo es más que ninguno otro que hayamos conocido. Lo acusa de haber implantado un narco gobierno y no es capaz de lanzar una mirada introspectiva. Como si fuera la perfección o la misma divinidad con licencia para señalar.
Acaba de referirse a él con juicios como: “cuando imperaba el narco Estado con el gobierno del ex presidente Felipe Calderón, los narcotraficantes mandaban en el aeropuerto Internacional de la Ciudad de México…” ¿O de veras es tan limitado que no se da cuenta o finge, que ahora no sólo mandan en un aeropuerto? Hoy, gracias a él mismo, mandan en todo el país completito.
Hoy están adueñados de vidas y haciendas. Hoy, ya no sólo se dedican al trasiego de las drogas. Con su licencia, también a todos los delitos y crímenes adyacentes. Hoy inclusive controlan precios de diferentes productos en muchas plazas del país y cobran un impuesto a los propios dueños de las casas en donde viven, que heredaron o les costaron una buena cantidad de dinero.
Hoy, además, hacen videos de sus propias fechorías y las suben a las redes sociales. Son películas de terror en donde descuartizan vivos a sus rivales y les extraen el corazón para imponer el más acentuado temor y luego lo llevan a la boca para comerlo aún latiendo. ¿Alguien había visto antes algo así? En el mejor de los casos realizan videos en donde golpean a tablazos a los transportistas, para que permanezcan alertas de movimientos de su interés.
Dijo que “el gobierno estaba al servicio de una mafia de traficantes de influencia y había un contubernio entre empresas y autoridades. Lo mismo que sucedía en el caso de la delincuencia organizada. Entonces, los dueños o empleados superiores de las aerolíneas, privatizadas todas, pues eran los que mandaban esto en el aeropuerto.”
Hoy, los traficantes de influencia son sus propios hijos. Claro, entre muchos familiares. Después del último debate volvió a regañar a su candidata por no defenderlos. Veremos el siguiente con el esfuerzo de su incompetente aspirante, por cumplir con la orden, como ocurrió con sus obras magníficas.
En todo este episodio triste que vive México, también hay que contar a sus incondicionales enamorados que lo apoyan. Cierto pues, que el amor es ciego.