Nahle: más rica que la miel
Armando Ríos Ruiz lunes 29, Abr 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Hace más de 20 años emergió a la vida política un hombre oscuro. Mermado de facultades extraordinarias. Inculto y necio. Con muchos traumas que encierran rencores. Deseos de venganza. Complejos profundos de inferioridad que lo obligan a sentirse superior, mejor ahora que es políticamente el hombre más poderoso de México. Pero con la única gracia de haber concebido desde la oposición, el tino de hablar a la clase desamparada del país, por carecer casi de todo y gracias a eso lograr la meta: la Presidencia de la República.
Inició su encargo con la atractiva idea de acabar con la corrupción, que entusiasmó a la ciudadanía convencida de esta promesa y para el caso llamó a personajes parecidos a él a ocupar puestos importantes y de otras jerarquías, sin ninguna experiencia. Sin preparación adecuada. Sin ingenio suficiente para suplir las carencias anteriores. A quienes además ofreció y aún ofrece la protección de su palabra divina cuando cometen errores graves. Como simplemente decir: “yo confío en él”. O en ella.
A pesar de los constantes desatinos, errores descomunales y visibles conductas alejadas del engaño primigenio o del combate a la corrupción, era de esperarse que muchos se sintieran complacidos con su yo interno, por haber proporcionado servicios magnos a la patria y a los mexicanos y por esta razón, merecedores de un porvenir similar y hasta mejor para ocupar otros cargos, si la mayoría decide que Morena debe continuar al frente del timón.
Muchos ya han inscrito en su futuro cercano su nombre inmaculado. Como la zacatecana Rocío Nahle, ex secretaria de Energía, quien ahora aspira gobernar Veracruz como recompensa a esos favores hechos con amor a sus semejantes. Fue encargada de investigar sobre la construcción de una refinería y encontró en La India, el modelo parecido a la pretensión, con un costo de ocho mil millones de dólares y de inmediato lo comunicó al patrón.
Le dieron luz verde y decidieron edificarla en un pantano en donde casi todo el año llueve. Todo esto parece haber sido estudiado concienzudamente para aprovechar esas circunstancias adversas. El asunto se complicó y multiplicó el precio a mucho más del doble, o a más de los 20 mil millones de billetes verdes. Un tesoro descomunal para meterle mano sin que nadie lo notara. Por lo menos, es lo que parecen haber pensado los que dispusieron de él.
Pero aparecieron dos individuos decididos a investigarla. El empresario veracruzano Arturo Castagné, amigo de José Yunes, candidato de la Coalición Fuerza y Corazón por México y su abogado Arturo Nicolás Baltazar, quienes le han encontrado más propiedades que a la miel de abejas o que al nopal. Mientras más escarban, más impurezas aparecen alrededor de la familia.
Viajaron a la Cciudad de México a presentar una “denuncia de hechos contra la candidata de Morena y sus aliados y su esposo José Luis Peña Peña. El pleito es por los presuntos delitos de hechos de corrupción, uso ilícito de atribuciones o facultades y enriquecimiento ilícito. Se habla de que compró diversas propiedades por un monto de 60 millones de pesos, suficientes para tres predios y dos residencias, una de ellas en Tabasco y la otra en Veracruz; y habría otros 40 millones de pesos en otras propiedades, en suma, la cacería judicial contra Nahle es por 100 millones de pesos.” Esto fue publicado en un diario del puerto jarocho por un columnista.
Inclusive, la señora ha tenido que enfrentar el rechazo público. Ocurrió recientemente en el conocido y tradicional restaurante, Cafetería La Parroquia, en donde, al descubrirla, los comensales comenzaron a proferir gritos bastante incómodos. Lo mismo ha sucedido en otros municipios, como en Lerdo, en donde le gritaron a escaso un metro de distancia que se largara. Que en ese lugar no votarían por gente corrupta y otras lindezas.
Estas situaciones fueron forjadas con mucho empeño durante más cinco años del actual gobierno. Torpe y mentiroso. Abusivo y miope y Veracruz es sólo uno de tantos, gobernado por un lacayo cuyo mérito es haberse inclinado ante el Presidente con auténtico servilismo, sin el mínimo asomo de vergüenza.