Ahora quiero ser su amigo
Armando Ríos Ruiz viernes 19, Abr 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Sin duda, la actitud del Presidente, de permitir la corrupción. De soslayarla entre amigos y parientes y de otorgar una especie de patente de corso a quienes han incurrido en ese tipo de actos deleznables en un cargo público, ha desembocado en una farsa y en otro grave caso de corrupción. Se reconoce fácilmente, debido al uso repetido un día sí y otro también, de la frasecita muy insistente y reivindicadora: “yo confío en él.”
Al inicio de su administración prometió combatirla hasta erradicarla y en el transcurso de los años ha resultado peor que todo ese ominoso pasado que diariamente critica desde su púlpito mañanero y en todos los lugares en donde se encuentre y tenga necesidad de decir algún discurso.
Lo peor de todo es que hoy sabemos, gracias a los medios de información que tanto aborrece, que no solamente los servidores públicos se han enriquecido de manera escandalosa. Sino también todos los miembros de su familia más cercana, a quienes pretende encubrir con solo pedir pruebas de sus actos, que quienes los han exhibido han presentado suficientemente.
Lo anterior viene al caso por lo que ayer publicó en su columna, Héctor de Mauleón. La señora Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad Ciudadana, quien presume haber acabado con la delincuencia, ofreció protección a periodistas de alto perfil e intelectuales.
Lejos de producir agradecimiento en muchos críticos del gobierno, les ofrece una gran desconfianza, toda vez que la oferta de protección, de acuerdo con la periodista erigida en policía, le fue encomendada por el mismo Presidente o el mismo personaje que un día sí y otro también, lincha a la prensa que no está de acuerdo con su forma de gobernar.
Es obvio pensar de acuerdo con la lógica, que sus palabras llaman a quienes desean quedar bien con él a toda costa, entre los que, a querer no, deben figurar personas decididas, como guaruras suyos o simplemente aquellos que desean llamar su atención para obtener un favor, que tomen el asunto en sus manos y atentar contra quienes se dedican a informar.
El caso Ciro Gómez Leyva aún está a oscuras. Sin resolverse. No obstante que ya ha pasado tiempo considerable para haber concluido con la investigación pertinente, no ha ocurrido y el mismo comunicador ha insistido, tanto en la solución definitiva con la captura del autor intelectual del atentado, como en una posible solución que le devuelva la tranquilidad. Pero como nadie informa nada, persiste hasta hoy una gran zozobra en él y en su familia.
Para variar, la oferta del Presidente está plagada de mentiras. Dice en una parte: “la libertad de expresión se ejerce sin cortapisas y sin censura. Cada Comunicador debe saber que es una garantía constitucional que debemos respetar y defender. Hoy, como nunca, la libertad de expresión se ejerce sin cortapisas y sin censura. Cada comunicador debe saber que es una garantía constitucional que debemos respetar y defender.”
La protección sólo durará durante el proceso electoral que está en marcha y muchos de los que recibieron el oficio han permanecido en el denuesto presidencial, prácticamente durante todo el sexenio. Tal vez haya quien quiera hacer las paces con la idea de incorporarse al chayote moderno. Pero habrá muchos otros que permanecerán estoicamente dignos.
Parece que al señor que habita el palacio virreinal ya se le olvidó que muchos periodistas perdieron su trabajo gracias a la petición que hizo a los medios en lo que laboraban. Le resulta muy fácil adoptar una pose de justo, cuando muchos que recibieron el oficio han sido vilipendiados, denostados casi diariamente, con citas a sus nombres miles de veces.
Se comporta como en un tramo de su pasado, cuando notó que muchos mexicanos abandonarían su causa y recurrió a la farsa de decirse profundamente creyente en Dios y en la virgen MORENA, para rescatar lo que perdía, cuando muchos ya hablaban de su creencia en los actos de brujería y en los brujos que ahora le sirven de consejeros.
Y ciertamente, como concluye Héctor de Mauleón, “todos saben dónde está el principal agresor a la prensa, A él es a quien deberían, de manera responsable y consciente, enviarle un oficio”.