Efecto retardado
Freddy Sánchez martes 16, Abr 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Parece increíble que las mismas razones que hace veinticuatro años sacaron al PRI de los Pinos sigan siendo un factor de peso en la sucesión presidencial.
La inseguridad y la corrupción siguen como detonantes de la insatisfacción social que mueve a la mayoría electoral a evaluar la decisión de cambiar o no de partido político en el poder presidencial.
Y es que nadie puede negar que Vicente Fox logró su triunfo para alcanzar la primera magistratura justamente por el malestar general ocasionado por el desbordamiento de los hechos delictivos y la descarada corrupción de un priismo que agotó la paciencia de la mayoría.
Los logros de pasados gobiernos priistas en favor de distintos sectores de la sociedad, particularmente la clase media y el sector popular, definitivamente no contuvieron la avalancha de repudio electoral imperante contra el gobierno en el año 2000.
Así que la esperanza de un cambio presidencial y la idea de que eso ayudaría a reducir los índices de la inseguridad y los abusos del poder indujeron a la mayoría en las urnas para “correr al PRI de los Pinos”. Después llegaron los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, (éste último en un sorprende regreso del Partido Revolucionario Institucional al mandato presidencial), sin que los factores de intranquilidad y decepción entre las masas lograran el cambio largamente deseado.
“La mano dura” contra el crimen organizado en los dos sexenios previos al arribo a la presidencia de la 4T, en resumidas cuentas terminaron por ser un fracaso en materia de seguridad lo que sumado a los actos de corrupción significaron la gran debacle de los tres principales partidos políticos cuando se dio el arrollador triunfo de Andrés Manuel.
Así las cosas, es preciso hacer mención de que al estar por culminar el sexenio actual el gobierno en turno tampoco ha logrado tener el éxito que se hubiera querido observar en contra de la violencia delictiva y la corrupción.
Y es que las actuales acciones institucionales contra el delito con la adopción de la llamada política de los “besos y abrazos” contra los grupos criminales podrán seguir teniendo el apoyo de los partidarios de AMLO, pero al mismo tiempo reciben un estruendoso repudio de sus críticos y adversarios políticos.
De modo que en tanto se insiste en culpar al pasado de las profundas raíces que logró tener el crimen organizado debido a fallidas estrategias de seguridad lo que se dice que se ha venido cambiando gradualmente tratando de erradicar las causas de que haya violencia y crimen en México, quienes no están de acuerdo observan otra realidad.
La de que en vez de reducirse los índices delictivos en el país, la violencia asesina ha ido en aumento junto con la impunidad de los criminales, un supuesto contubernio de mafias del crimen organizado con funcionarios y políticos del partido en el gobierno, además de que los hechos de corrupción aparentemente se solapan cuando se trata de militantes de Morena y sus aliados o simpatizantes.
O sea que después de los sexenios de Fox, Calderón y Peña las dos grandes cuestiones que influyeron en un vuelco electoral en las urnas no se ha resuelto a satisfacción de la mayoría.
Se trata por supuesto de la inseguridad y la corrupción. Esos males que a la hora de las elecciones en nuestro país el próximo 2 de junio podrían inducir un resultado electoral incierto de efecto retardado.