La cesión de nuestros espacios públicos
¬ José Antonio López Sosa lunes 8, Ago 2011Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
En nuestro país es mucho más fácil salir adelante violando la ley que tratando de cumplirla. Uno de los temas recurrentes en este espacio es la cesión de nuestros espacios públicos a grupos de delincuentes -principalmente- que se adueñan día con día de nuestras calles, plazas y jardines resultando un jugoso negocio para sus líderes y las autoridades en turno.
En cualquier ciudad del país el problema del comercio ambulante es creciente, nuestra experiencia en la ciudad de México rebasa toda visión catastrófica, cada día son más, se constituyen como mafias intimidatorias y no hay poder legal que pueda contra ellos.
Si yo decidiera abrir una tienda en un local establecido, el gobierno me impone decenas de trámites administrativos, desde el uso de suelo hasta el registro de salud, salidas de emergencia, protección civil, en fin, una interminable lista de requisitos. Si yo decidiera salir a vender a las calles de la ciudad, basta afiliarme a una de esas agrupaciones mafiosas donde por una cantidad importante de dinero puedo tener mi puesto y comenzar a vender prácticamente lo que sea, en la calle no hay protección civil, bomberos, uso de suelo, impuestos que pagar, tan sólo pagándole a los líderes uno está del otro lado.
¿Qué es más fácil entonces?, ¿poner un pequeño comercio establecido o convertirse en comerciante ambulante?
Las autoridades de ésta y otras ciudades están en muchos sectores en plena complicidad, se estas agrupaciones se obtienen recursos, votos y acarreados a eventos políticos. Cuando uno le cuestiona a las autoridades sobre el tema, la respuesta por lo general es que ante las recurrentes crisis económicas y el creciente desempleo, la gente tiene que trabajar en algo (a pesar que ese algo sea ilegal y vulnere los derechos de los ciudadanos).
En la ciudad de México (capital de vanguardia) y otras plazas importantes del país el espacio público está sujeto a los comerciantes ambulantes, más bien pareciera que banquetas, calles y calzadas les pertenecen.
¿Hasta cuándo tendremos que esperar para resolver este severo y creciente problema?, ¿será hasta que todos nos convirtamos en comerciantes ambulantes?, ¿será cuando quienes intentamos cumplir la ley nos fastidiemos que la mayoría no la cumple bajo el amparo del estado y dejemos de cumplirla?, ¿es un estado salvaje el que buscan las autoridades de todos los niveles en lugar de un estado de bienestar?, ¿cuántos millones de pesos en actos de corrupción al año se contabilizan en delitos relacionados con el comercio ambulante en vía pública?
En síntesis, las calles ya no son nuestras calles, son de quienes no cumplen con la ley, a ellos el estado los protege, a los que cumplimos no.