El posdebate
Ramón Zurita Sahagún jueves 11, Abr 2024De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Insuficiente fue el tiempo que duraron en pantalla, al unísono, los tres candidatos presidenciales y eterno parece ser el posdebate que todos quieren ganar.
Poco más del 10 por ciento de los votantes vieron la discusión pública sostenida entre Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez por 120 minutos y constataron que los debates sirven para poco, cuando menos en el terreno de mostrarnos las ofertas de campaña.
Sirve sí, para que los contendientes distraigan la atención de los espectadores, mediante acusaciones de quien es más corrupta o corrupto, se saquen sus trapitos ocultos y se lancen todo el lodo posible.
Ello no significa que los que se mantenían atentos a las palabras de unos y otros pudieron descifrar los entuertos de los proyectos que nunca contrastaron unos y otros.
Los electores seguimos sin saber las bonanzas de los proyectos de Claudia, Xóchitl y Jorge, si estos son posibles y si habrá el dinero suficiente para atender esas necesidades.
Nunca se supo si las empresas de Xóchitl trabajaron con el gobierno a la par de su ascenso político y Claudia se negó a esclarecer si su familia tiene dinero en el extranjero, aunque luego confesó que su abuelita abrió una cuenta en Panamá, pero de forma inocente.
Claudia corroboró que sí es la “dama de hielo”, ya que mostró una gran insensibilidad y ni un gesto de asombro, disgusto o mueca se dibujó en su rostro cuando escuchó graves acusaciones sobre el Rébsamen y los muertos de la Línea 12.
Xóchitl se mostraba incómoda y hasta nerviosa en un principio y parecía que la ropa que usaba era una talla más chica, por lo que se revolvió en su asiento y cambió su tono jocoso por uno de fiscal.
Jorge con una eterna sonrisa similar a la del “Joker”, trató de empujar el debate, pero nadie le hizo caso. Contrastante con su correligionario Salomón Chertorivski, Álvarez canjeó la bolsa de palomitas por una sonrisa que parecía mueca.
Dejando atrás el debate que los tres dijeron haber ganado, se trasladaron al post debate, donde sí hubo entendimiento, en la crítica que se hace al INE por su inoperancia, mala producción y hasta cargándole la responsabilidad de las preguntas que se hicieron a los candidatos.
Las fallas técnicas fueron notorias, el formato fue criticado, el desplazamiento de las cámaras no fue adecuado y la producción mostró una total pobreza.
Hasta el presidente López Obrador alzó la voz (algo normal) y se quejó por no ser parte del debate, ya que consideró que las preguntas fueron elegidas bajo la perspectiva de sus adversarios, con el propósito de dañar a su gobierno, sin reconocer nada, absolutamente de lo hecho por su gobierno.
“En el debate se dijo lo mal que estamos en salud, educación, mal en todo”. señaló.
De esa forma el Ejecutivo federal se insertó en una discusión a la que nadie le había llamado y dijo que pese a esa estrategia no pudieron dejarlos mal, de lo que se ha hecho en el combate a la corrupción.
Otro que pasó lista de presente en el posdebate es Ricardo Salinas Pliego, quien haciendo gala de su sarcasmo aseguró que él los destruiría en un debate. ¿Será el presagio de una presunta campaña presidencial, con él de candidato en 2030?
El posdebate es más atractivo, ya que durante el tiempo que dura se aclaran algunas cosas como las cuentas de la familia de Claudia en Panamá, que el esposo de Xóchitl es un empresario ajeno a ella y que la sonrisa de Jorge es natural.
96 horas después del debate el pos sirve de vitrina para los candidatos, aunque hay todavía dos debates más que los electores no esperan con demasiada ansiedad.
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Mauricio Tabe asegura que ganará en las urnas al candidato de Morena, Miguel Torruco, aunque no hay buenos comentarios sobre su actuación como alcalde de Miguel Hidalgo. Torruco tiene en su contra la sombra de su padre, el secretario de Turismo, y no logra penetrar en colonias como Argentina, Pensil, Periodistas, el barrio de Tacuba, Sotelo, Anáhuac y otras de clase media baja