Debates, ¿cuadrilátero o espectáculo electoral?
Guillermina Gómora Ordóñez martes 9, Abr 2024Caleidoscopio
Guillermina Gómora Ordóñez
Como cada 6 años la carpa política, presentó su show mediático estelar: el debate presidencial. El primero de tres. No hubo sorpresas, la descalificación desplazó a la discusión política, a la confrontación de ideas. Rumbo al 2 de junio, la gran pregunta es, ¿A quién le sirven? ¿Modifican la intención del voto?
Una vez más, los votantes perdimos la oportunidad de ver y escuchar propuestas y argumentos de los aspirantes: Claudia Sheinbaum Pardo, de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”; Xóchitl Gálvez Ruiz de la alianza “Fuerza y Corazón por México” y Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano. Atestiguamos un espectáculo de exhibición y no de deliberación.
Una evidencia más de que a la clase política mexicana no le gusta debatir con argumentos; lo suyo es la descalificación y por ello, previo y durante el debate, observamos una guerra psicológica con difusión de videos de los familiares, imágenes y datos para provocar a los contrincantes e inducirlos a equivocarse, subirlos al cuadrilátero para acabar con el rival más débil.
En este primer acercamiento, donde los temas a debatir fueron: Salud y educación; Combate a la corrupción y transparencia; No discriminación y grupos vulnerables; Violencia contra las mujeres. Poco o nada dijeron de lo que harán para atender los retos en éstas áreas que registran severos problemas.
Incluso, en el tema de la crisis migratoria que enfrenta México, no hubo propuestas concretas para atender la crisis humanitaria. Los aspirantes patearon el problema hacia Estados Unidos.
Lo suyo fue el ataque entre las candidatas punteras y el comodín del candidato. Xóchitl Gálvez, acusó a Sheinbaum de ser una persona “fría y sin corazón”, la apodó la “dama de hielo” Por su parte, Claudia la llamó corrupta y mentirosa, la etiquetó como “la candidata del PRIAN” y Jorge Álvarez Máynez las acusó de representar a la vieja política.
Además, el formato y la producción del debate, organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE) fueron pésimos. El problema con el cronómetro se convirtió en un distractor. No hay que perder de vista que el formato de las preguntas y quién las realiza moldean la respuesta y la estrategia de los candidatos. Es un producto para los televidentes, la cromática utilizada en el foro y las fallas técnicas lo arruinaron.
El debate electoral es de las pocas oportunidades donde la estrategia de campaña se pone a prueba; el aspirante está solo y puede perder el control, es de esas apreciadas circunstancias en las cuales los candidatos se ven forzados a acudir alguna vez a su espontaneidad, a mostrar su verdadera personalidad. Un formato rígido no ayuda.
Los próximos debates se realizarán el 28 de abril y 19 de mayo, a las 20:00 horas en la Ciudad de México; presume el INE que tendrán un formato flexible y una moderación activa, algo así como una entrevista múltiple para que se divulgue la mayor cantidad de información relevante y el ciudadano decida su voto.
Ojalá que así sea, pues en esta época de las “benditas redes sociales” los debates se convirtieron en eventos mediáticos híbridos, donde millones de personas los siguen a doble pantalla, viéndolos simultáneamente en sus televisiones o en línea y comentándolos en sus redes sociales.
Basta con revisar los mensajes y memes que se publicaron en tiempo real y después del debate por parte de los equipos de campañas y ciudadanos que hicieron del humor, una gran herramienta para expresar sus ideas políticas sobre el desempeño de los candidatos presidenciales. El nivel de penetración en las redes es muy importante por la “memificación” de los debates y las campañas políticas.
Algunos encuestadores afirman que el debate, por sí mismo, no afecta las opiniones de quienes lo ven, pues son seguidos por la gente que tiene preferencias políticas más definidas y esa población no tiende a cambiar su decisión.
Así las cosas, las candidatas: Claudia Sheinbaum, de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”; Xóchitl Gálvez, de la alianza “Fuerza y Corazón por México y Jorge Álvarez Máynez de Movimiento Ciudadano tienen dos oportunidades más para presentar propuestas realistas y concretas a fin de convencer al electorado. De lo contrario, seguiremos con el eterno: “ninguno convenció”, “nada de propuestas, puros ataques”, etcétera.
Por cierto, es el primer debate presidencial en 18 años donde no participó Andrés Manuel López Obrador, como candidato. Recordemos que el actual Presidente intentó en dos ocasiones gobernar el país y rehuía a los debates.
Hoy, estamos ante tres campañas, el gran desafío es emprender una nueva cultura democrática para acabar con el espectáculo y el cuadrilátero. ¿Se atreverán?
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