La paja en el ojo ajeno
¬ Luis Ángel García viernes 5, Abr 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
A pesar de que el gobierno de la 4T no acepta que el crimen organizado le ha arrebatado la gobernabilidad, ha ensangrentado al país e incrementado la violencia política, utiliza con fines político-electorales tragedias como el artero asesinato de la candidata de Morena a la alcaldía de Celaya. En realidad, poco importa a los “morenos” la vida de su propia militante o esclarecer su homicidio, buscan ganar votos y desacreditar al gobierno panista de Guanajuato por ser su adversario.
Cierto, en los últimos años la entidad del Bajío vive una escalada de violencia generada por los cárteles como el de Santa Rosa de Lima, lo que ha provocado una alta tasa de homicidios dolosos, secuestros, extorsiones, trata de personas, pero no distinta a la que se vive en otras regiones del país. Es tal la animadversión del inquilino de Palacio Nacional contra el gobernador y su fiscal que no pierde la oportunidad de magnificar cualquier hecho de violencia para desacreditarlos; su ojeriza lo lleva a tergiversar las funciones del fiscal y lo responsabiliza de cualquier incidente de inseguridad, con lo que sólo demuestra ignorancia, ya que la función de un Ministerio Público es investigar delitos, no prevenirlos, actividad que corresponde a la policía preventiva. Pero eso poco importa, lo urgente es desacreditar y estigmatizar.
En el caso de la malograda candidata guinda, todavía con su cuerpo tibio, el gerente de Morena, sus otros suspirantes y la candidata del Presidente se aprestaron a condenar el asesinato -sin mucha tristeza- y exigir la cabeza de las autoridades estatales, tanto de gobierno, electorales y ministeriales. Poco importó el dolor de la familia, era una buena oportunidad para pegarle a los opositores.
Ojalá hubieran reaccionado con la misma vehemencia en casos similares registrados en Michoacán, Guerrero, Morelos, Sinaloa, Tamaulipas, Chiapas, Sonora, Veracruz, Baja California, Tabasco, entidades gobernadas por gente de la 4T. Ahí no pasa nada, incluso cuentan con total impunidad al cobijo de la protección presidencial, donde los mandatarios son calificados como gente honesta y buena, aunque estén al borde de gobiernos fallidos. No hay clima de violencia, las elecciones se desarrollan en paz y el pueblo está feliz, feliz, feliz.
Pero la cruda realidad contradice las cuentas alegres de la administración de la 4T. Un reporte de la consultora Integralia informa que de septiembre de 2023 a finales de marzo de este año se registraron 300 incidentes de violencia política con 399 víctimas, lo que significa un promedio de casi dos víctimas diarias. Esa cifra coloca a este periodo electoral como el más violento de la historia moderna. Casi el 32 por ciento fueron agresiones a aspirantes o candidatos, 24 por ciento políticos o expolíticos, el 22 por ciento funcionarios o ex funcionarios, y el resto familiares y colaterales. En total hubo 161 asesinatos, 100 amenazas y 85 atentados. Además de secuestros y desapariciones. Guerrero, Michoacán y Morelos los de mayor incidencia, los dos primeros con gobernadores morenos y el otro con el impresentable Cuauhtémoc Blanco.
Cinismo el de los “morenacos” que ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Muy ufano el inquilino de Palacio Nacional porque con ayuda del crimen organizado gobierna en la mayoría de las entidades federativas, mandatarios que han perdido la gobernanza y permitido el baño de sangre que hay por todo el territorio nacional, donde se registran 182 mil homicidios dolosos y el panorama electoral de este año pinta como en 2021, con la evidente intervención de la delincuencia en los comicios, cuya estrategia es el asesinatos de candidatos, secuestro de aspirantes, amenazas a políticos y funcionarios electorales, intimidación de votantes, más violencia política.
Ojalá que en todos los hechos de violencia política que ocurren en territorio guinda, los administradores de la franquicia exijan con la misma vehemencia justicia para las víctimas.