Más impunidad
Freddy Sánchez jueves 4, Abr 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Crímenes políticos o políticos criminales.
Cuál de ambas cosas sufre mayormente México, o las dos juntas, en los días que corren.
Sea lo que fuere no hay quien pueda negar que la violencia criminal ha rebasado los límites de la tolerancia y es verdaderamente apremiante que se piense en una nueva estrategia para contener a la delincuencia organizada y en especial las fechorías cada vez más violentas contra los integrantes de la sociedad y, últimamente, con especial saña contra los políticos.
Hasta pareciera que la supuesta táctica de “plata o plomo” que por años se atribuyó a grupos delincuenciales para conseguir la complicidad de autoridades policiacas y de carácter oficial en diversas esferas de gobierno se limita actualmente a mandar matar al que no se someta a las órdenes del crimen organizado.
Esa al menos fue una de Las lecturas que tuvo el atentado contra una aspirante de Morena a llegar a la presidencia municipal de Celaya, Guanajuato, siendo victimada a balazos como ha sido el caso de otros políticos de la oposición en los últimos meses.
Y ante tal situación es inevitable pensar que donde se supone que han sentado sus reales ciertos grupos delictivos entre otros los cárteles de Jalisco y Sinaloa los que están en puestos electorales o aspiran a ocuparlos pudieran simplemente estar “palomeados” por la delincuencia para poder ejercer el poder o aspirar a hacerlo.
Una suposición que lleva a otra hipótesis: el “maridaje” de ciertos políticos con integrantes de las mafias del delito. En ese sentido, naturalmente, todas son meras especulaciones sin evidencias que le permitan a la sociedad estar cierta de qué partidos políticos realmente pudieran tener a militantes conectados con el crimen organizado.
Algo que no necesariamente surgió en el periodo de la Cuarta Transformación, si consideramos que en tiempos del viejo PRI y después con el PAN en la Presidencia se conocieron datos sobre presuntas y denunciadas connivencias entre personajes del poder público y representantes de diversas organizaciones dedicadas a la comisión de los delitos.
De hecho, hubo en el pasado algunas conjeturas sobre pactos secretos de autoridades y grupos criminales para poder realizar sin problema alguno en varias zonas del país sus actividades delictivas a cambio de garantizar una relativa tranquilidad en otros lugares de México.
En ese contexto, cabe añadir que las presuntas complicidades de ciertos políticos y funcionarios con mafiosos no es ninguna novedad, aunque a diferencia de lo que aparentemente antes se daba bajo determinado orden y control transitó hacia la anarquía de los grupos criminales al haberse roto uno o varios mandos centrales multiplicándose los grupos dedicados a delinquir con sus propias reglas del juego y sin atender a un solo criterio de que está permitido o prohibido hacer.
Y por esa razón es de imaginarse que los hechos delictivos surgen constantemente como parte de una supuesta lucha de poder entre asociaciones delictivas y sus respectivos y supuestos socios de la política. Una más, obviamente, de las especulaciones que en la actualidad pretenden explicar las causas de la criminalidad a todo lo que da en nuestro país. Lo tristemente cierto es que los sexenios pasan con gobiernos de distintas marcas políticas y en vez de mejor seguridad lo que éste país tiene es más crimen con más violencia y más impunidad.