Rumbo a los debates
¬ Luis Ángel García lunes 1, Abr 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Los debates entre candidatos a cargos de elección popular poco influyen en la decisión de los electores. Es una práctica anglosajona que no han podido tropicalizar los políticos mexicanos ni entienden el objetivo de esos encuentros entre aspirantes a convencer a sus futuros representados.
Para empezar, vivimos una crisis de nuestro sistema pluripartidista, donde los institutos políticos dejaron de tener declaración de principios, plataforma ideológica y propuestas de gobierno. Los partidos se han convertido en franquicias sin militancia que utilizan nuevas formas de representatividad para acceder al poder a través de coaliciones, frentes o alianzas y en cohabitación poder gobernar. Hay otras organizaciones que no tienen esas aspiraciones o visión de Estado, las cuales son negocios familiares o de grupo que van sobre el dinero público y el arribo a posiciones de gobierno para cubrir cuotas a los leales, lo que les permite el acceso a la impunidad o facilidades de hacer chanchullos con la obra pública, esas instancias son los partidos rémora o bisagra, que se venden al mejor postor como el PT, el Verde Ecologista y Movimiento Ciudadano.
Por eso en los debates no hay altura de miras, porque ningún candidato emerge actualmente de un instituto que tenga esas declaraciones de principios o plataformas políticas, tampoco les interesa debatir propuestas o programas de gobierno, porque no los tienen, no saben que quiere o necesita el electorado, no pueden ofrecerles nada a cambio de su voto porque no saben cómo resolver los grandes problemas nacionales. Por eso los debates se convierten en carpas indignas de “Palillo”, los participantes exhiben sus miserias personales, políticas e ideológicas. Nadie se preocupa por captar la atención ciudadana, creen que si publicitan los latrocinios de los otros ganan votos, parecen niños de primaria con maqueta y anteponen a sus palabras o expresión corporal cartulinas con fotografías, gráficas o numeralia que denuesta al contrincante. Eso sí van con sus mejores garras, asesorados por cuidadores de imagen que tampoco les precisan que antes de hablar deben conectar boca con cerebro. Esa es la tragicomedia mexicana. Nos hemos quedado sin políticos que representen posiciones políticas e ideológicas que tengan como bien superior el resolver los grandes problemas nacionales. Hay oportunistas que buscan un hueso por tres o seis años con opción a la reelección —curioso, y pensar que el apotegma institucionalizado de la Revolución Mexicana, el paradigma para acabar con el porfirismo era “sufragio efectivo, no reelección”—, pero no comparten un proyecto de gobierno, es el poder por el poder mismo.
Los debates son una hoguera de vanidades y en seguida viene el mercantilismo de las empresas con poca credibilidad que son las casas encuestadoras que ahora se ponen la cachucha de medidoras de audiencias y hacen el traje a la medida de quien paga el ejercicio de ranqueo.
Por eso no pierda el tiempo —dos horas—, frente al televisor o la computadora, viendo a los candidatos. Usted no oirá nada que sea de utilidad para usted; es más, a ellos poco les importa el ciudadano, como tampoco saben cuáles son sus apremios, sus necesidades. Lo que menos saben es de servicios, economía, finanzas, infraestructura, salud o educación, empleo o vivienda y cómo impacta en la población. Eso sí, acuda el 2 de junio a votar y vote en conciencia, que su sufragio castigue la traición y dé la oportunidad a nuevas opciones, pero tampoco caiga en los espejismos de la chiquillada, los partidos rémora o bisagra, esos son más de lo mismo. Ya lo decepcionaron una vez, no valide la continuidad.