La violencia no cede
¬ Augusto Corro lunes 1, Abr 2024Punto por punto
Augusto Corro
La espiral de violencia crece sin control alguno ante la ineptitud e indiferencia de las autoridades de los tres niveles. La inseguridad hace tiempo que golpea a la población y nadie se preocupa por atenderla. La semana pasada se registraron dos hechos que remarcan lo difícil que es vivir en zonas donde la ley es letra muerta. Son los propios ciudadanos quienes tienen que hacerse justicia por propia mano. Acción que se empieza a repetir en varias entidades. Por ejemplo, ahí está el linchamiento de una mujer acusada de presuntos delitos de secuestro y feminicidio de Camila, una niña de 8 años, en Taxco, Guerrero, un estado, donde la gobernadora Evelyn Salgado aún no sabe qué hacer en ese lugar, con el cargo de mandataria.
En el caso de Camila, los habitantes de Taxco conocieron los pormenores de la muerte de la niña y pidieron la intervención de la policía para detener a la presunta responsable, quien se protegía en su casa. Como los representantes de la ley tardaron en atender la llamada de los vecinos, estos sacaron a la mujer de su domicilio y la golpearon hasta que murió. Los hijos de la acusada también fueron agredidos, se encuentran hospitalizados. Tras los actos criminales, Guerrero vuelve a presentarse como una entidad en la que predomina la violencia. Recientemente, un normalista de Ayotzinapa fue asesinado de un balazo en la cabeza. El asesino, un policía, huyó. Por supuesto, la espiral de violencia no solamente se padece en la mencionada entidad.
De acuerdo con los registros, en los últimos cuatro años se registraron 129 linchamientos en México. Anteriormente, también ocurrieron múltiples intentos de ajusticiamiento por propia mano En la mayoría de los casos, la población decidió actuar por la vía violenta debido a la falta de representantes de la ley que acudan en auxilio de quien lo demanda. O no hay policías que velen por la seguridad de los ciudadanos o de plano se niegan a cumplir con su trabajo. Las dos situaciones se suman a la falta de una estrategia del gobierno para luchar contra la delincuencia organizada que invadió todos los sectores sociales.
El plan de abrazos, no balazos, fue un fracaso. Esto nos lo demuestran los más de 180 mil homicidios dolosos y más de cien mil desapariciones forzadas. Los actos criminales se llevan a cabo en todas las temporadas y en todos los sectores. El sábado en la noche fue asesinado Guillermo Torres Rojas, presidente municipal, de extracción priista, de Churumuco, Michoacán. Se evidenció, una vez más, que no hay ninguna estrategia para proteger a los políticos ni a los aspirantes a cargos públicos. Esto ocurrió en esta temporada electoral 2024. El edil se encontraba con su hijo en una taquería de Morelia, Michoacán.
Sin estrategia efectiva para enfrentar al crimen organizado, la población se encuentra a merced de los delincuentes, quienes en gran variedad de bandas se dedican a la extorsión, al cobro de piso, así como al secuestro y a los asesinatos. Entidades como Michoacán, Guerrero, Guanajuato, Jalisco, Chiapas, Zacatecas, Colima, Estado de México, donde los cárteles de la droga luchan por las plazas. Su ambición por el poder es ilimitada e involucran a políticos que al negarse a cumplir las órdenes de los pandilleros, pagan con su vida su rebeldía. Los delincuentes son beneficiados con la ausencia de autoridades que los lleve a rendir cuentas. Sin embargo, vemos que los representantes de la ley tienen poco o nulo interés en ofrecer seguridad a la ciudadanía.
En fin, la estrategia de abrazos, no balazos, no funcionó. Nunca será tarde para implementar nuevas leyes que obliguen a las autoridades a atender, con rapidez, el llamado de los vecinos, que se encuentran en peligro o para investigar, detener y castigar a los delincuentes que se burlan de la justicia.
¿Usted qué opina amable lector?